Presentación en mesa Plenaria -¿Clasificar y Medicar?- del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) *
Autor: Guillermo A. Belaga
Hace
unos años un semanario de Nueva York interpelaba con grandes títulos: “Are you
bipolar?”[i],
¿Es usted bipolar?
En
su nota central, afirmaba que el trastorno bipolar “soft”
podía ser para estos primeros años del siglo XXI lo que la depresión fue para
los noventa.
Así cita algunos casos: una joven, diagnosticada como trastorno bipolar II,
que en una segunda opinión se lo descartan, porque “no tiene problemas con el
shoppping y el sexo”. Otro, un hombre muy creativo, que no se resigna a su ligera
bipolaridad, desde que le dijeron que sus “maravillosos y salvajes años de
promiscuidad con chicos, era una manía de ocho años de evolución”.
Finalmente el artículo se pregunta: ¿Se trata de diversión, entusiasmo y
creatividad, o de hipomanía? Y si es un problema, ¿sería algo de lo que uno quisiera ser
medicado?
De esta manera, la revista es sensible a un hecho que ya hace años rebasa
la edición vigente del DSM. La difusión de un espectro bipolar “leve”, cuyo
responsable principal es un profesor de psiquiatría de la Universidad de
California, Hagop Akiskal. Este psiquiatra, desde 1977 viene impulsando exitosamente
esta nueva entidad nosográfica. Una “convergencia” que consiste en reunir un
nombre, al que recicla, con un concepto enraizado en la historia
de la psiquiatría, enlazados a la época.
Para
entender el alcance que puede tomar la consolidación de esta clasificación,
basta pensar que el Espectro bipolar podría abarcar al 5% de la población
general.
Asimismo,
Akiskal propone la reabsorción de los Trastornos de personalidad Borderline y
narcisista, en los trastornos afectivos. Con lo cual, los últimos vestigios del
psicoanálisis quedarían sepultados, el rastro de la negociación de Kernberg con
la Asociación de psiquiatras americanos durante la elaboración del DSM III,
desaparecería.
En
general, critica la dicotomía bipolar- depresión unipolar de la 4ta edición del
manual a favor de una unidad de los cuadros afectivos, vinculados a
factores
temperamentales y genéticos. En definitiva, excluyendo al Bipolar I, que remite
a la clásica locura circular, el resto se inscribe en lo que denomina el
bipolar “soft”.
Para
entender la diferencia, el DSM IV reconoce los tipos I al III, y un trastorno
bipolar “no especificado”. En cambio, el “espectro bipolar” sería un contínuo
que va del temperamento extremo al estallido pleno de la enfermedad afectiva,
incluyendo los subtipos: I; II; II ½; III; III ½; IV; V; y VI.
Así,
no sólo abarcaría la depresión unipolar, el narcisista y el borderline, los
cuadros “inducidos por sustancias”, y lo “psicopático”. También propone
conectar el TDAH de la infancia con el Trastorno Bipolar de la adolescencia.
Sin
olvidar, que podrían incluirse los estados bulímicos, los episodios obsesivo
compulsivos, las adicciones sexuales y el juego. Agrupamiento diverso, a menos
que veamos a estos síntomas desde la perspectiva del plus-de-goce, del objeto a, como “patologías de consumo”.
Así, esta clasificación habla mucho de la alienación actual, y de su reverso,
los imperativos del superyó.
Otro
aspecto es el darwininismo de Akiskal, centrado en los temperamentos
ciclotímico e hipertímico, como rasgos adaptativos de la enfermedad. El hipertímico se destacaría, por su don de
oratoria, grandes ideas, el afrontar nuevos proyectos, y el liderazgo. Por otro lado, el rasgo
“llamativo” del ciclotímico es su dificultad en el amor: sus rápidos
enamoramientos y desenamoramientos. Pero, más que un obstáculo, sería un
mecanismo de selección. Así, su incesante búsqueda romántica aseguraría la
elección de un partenaire sólido, logrando una mejor descendencia. En este
sentido, su otro rasgo, la creatividad, el destacarse en poesía, música,
pintura, diseño refuerza esa función sexual primordial.
De
esto, se puede deducir una encrucijada para estos sujetos: la sublimación o la
medicación.
Concluyendo,
el “espectro bipolar” representa cómo las clasificaciones son una práctica
lingüística, es una combinación exitosa de nominalismo con pragmatismo, habla
del mundo social y estético de una época. Acorde con la civilización
hipermoderna, la convergencia de aspectos yoicos y estéticos con el objeto
técnico, muestra cómo cada sujeto, según J.A.Miller, es su propio
tótem, al que le correspondería el medicamento acorde a su clase, un fármaco
para cada individuo.
Letra por letra, Akiskal parece haber entendido esto. El
sujeto encuentra su objeto en el Otro, el medicamento logra una acción subjetiva
a condición de que éste crea en el mismo, al verse representado en la
clasificación.
Además,
esta nueva forma de gozar del cuerpo, tendería a autoperpetuarse sostenido por
el “marketing” farmacéutico que impulsa decididamente esta noción y los “estabilizadores
del ánimo”.
Para
finalizar, concebir que la creación artística haría existir la “buena”
programación entre los sexos, tiene conexión con el ideal del consenso que se
impulsa en la política también denominado “soft”, y una visión del Arte al servicio
del lazo social. Es decir, posturas que excluyen lo heterogéneo, el disenso, lo
real que agujerea indefectiblemente lo simbólico.
Lacan
por el contrario formula otra concepción del Arte. Su conocida frase “la
fidelidad a la envoltura formal del síntoma (…) es la verdadera huella clínica
a la que tomábamos gusto, (que) se invierte en efectos de creación”, habla de
lo particular de un goce, el gusto, y de una decisión del sujeto. El acto, en
tanto paso al límite, abierto, incierto, con resultados variables, es la
decisión que cabe al sujeto a los fines de una invención que establezca la
relación entre los sexos, que carece de una programación
universalizable.
Entonces,
mientras el DSM es una utopía de algoritmos decisionales mecánicos, acorde a
una estética que responde al dominio de la Imagen, a productos del arte que
responden a un saber hacer reglamentado. El psicoanálisis, no responde a una
armonización, sino más bien a relaciones discordantes. Mas allá de los intentos
de establecer una regla universal que subsuma a todos los sujetos, el final de
análisis, muestra que siempre queda un resto que resiste al lazo social; resto
singular, que tiene una “finalidad sin fin” que funda la estetización del síntoma.
Bibliografía
consultada:
1. Akiskal, H.S.:
-“La nueva era bipolar”. En “Trastornos bipolares. Conceptos
clínicos, neurobiológicos y terpéuticos” -1ª Ed. – Buenos Aires: Médica
Panamericana, 2006
- “The Evolving Bipolar Spectrum”.
The Psychiatric Clinics of North America. Volume 22, Number 3, September 1999.
Pp.517-34
- “The Evolutionary Significance Of
Affective Temperaments”, Medscape, 2003
2. Berrios, G.E.: Hacia una
nueva epistemología en psiquiatría. -1ª Ed.- Buenos Aires: Polemos, 2011
3. Laurent, E.: “¿Cómo
tragarse la píldora?”. En “Ciudades analíticas”.-1ª Ed.- Buenos Aires: Tres
Haches, 2004
4. Miller, J.A.:
-“El ruiseñor de Lacan”. En “Conferencias Porteñas: tomo III
Desde Lacan.-1ª Ed.- Buenos Aires: Paidós, 2010
-“Los inclasificables de la Clínica psicoanalítica”.-1ª. Ed.-
Buenos Aires: Paidós, 1999
- El Otro que no existe y sus comités de ética. Curso dictado
junto a E. Laurent.-1ª Ed.- Buenos Aires: Paidós, 2003
* El orden simbólico en el siglo XXI, no es más lo que era: ¿Qué consecuencias para la cura?
[i] New York magazine, march 8, 2004