lunes, 23 de diciembre de 2013

Fiesta de los Talleres del Servicio de Salud Mental



(San Isidro, 20 de diciembre de 2013). Como todos los años, los pacientes que asisten a los talleres de arte del servicio de Salud Mental del Hospital Central de San Isidro presentaron una muestra de sus trabajos. Del encuentro, que se realizó ayer en el sector Docencia, participaron sus familiares y profesionales de la salud.

Los talleres son de pintura, letras, expresión corporal, juegos, música, teatro, jardinería, estimulación cognitiva, entre otros. Las obras quedarán expuestas para que puedan ser vistas por la comunidad sanisidrense.

Durante los festejos se pudieron apreciar artesanías y pinturas. Además hubo una muestra de teatro, expresión corporal y lecturas del taller de letras.

El Jefe del servicio de Salud Mental, Guillermo Belaga, señaló que el objetivo de estas actividades es la recreación, el fortalecimiento de los lazos sociales y la posibilidad de una vida más creativa para los pacientes. “Forman parte de su tratamiento”, expresó el médico.  

“Con estos talleres apuntamos a fortalecer la red y el lazo social entre los pacientes, sus familias y la comunidad. Evitar su aislamiento, la segregación y marginación”, destacó el especialista.

 
Coordinadores de los talleres

Belaga dijo que el balance del año fue positivo, ya que se incrementaron la cantidad de talleres que funcionan de lunes a viernes por la tarde y ahora planean sumar los sábados. Actualmente, concurren más de 60 pacientes.




martes, 17 de diciembre de 2013

¡¡¡Fiesta!!!

14 de diciembre, 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

VI EnAPOL - 22 y 23 de noviembre de 2013

 
 


“Bipolaridad”: Manía, Melancolía

“En el mundo de la psiquiatría, las clasificaciones nos dicen más acerca del mundo social y estético en el cual han sido construidas que acerca de (su) naturaleza.” G. E. Berrrios[i]

1. Introducción.

El modo en que está planteado el título del presente trabajo, ya intenta aludir a la tensión que existe entre estos términos en el debate actual.

Así, el Trastorno Bipolar, por un lado, y por otro, la Manía y la Melancolía tienen diferentes orígenes temporales y se inscriben en diferentes paradigmas dentro de la psiquiatría.

La Manía, la Melancolía y la Locura Circular, de la Escuela Francesa, la Psicosis Maníaco Depresiva de la Escuela Alemana, responden a los grandes relatos que se conocen como la “psiquiatría clásica”. A su vez, G. Lanteri Laura[ii] ha descripto  una serie de paradigmas de la psiquiatría moderna, consignando que estas descripciones se ajustan al Paradigma de las Enfermedades Mentales, más preciso que el alienista de Pinel y Esquirol, y que justamente inaugura en el siglo XIX con J. Falret con su descripción de la Locura Circular y se extiende hasta la muerte de H.Ey en la década del 70 del siglo XX.

2. La razón de la “Bipolaridad” y la época.

La “Bipolaridad” toma su forma actual inscribiéndose en el paradigma Tecnológico, que sobre todo a partir de la los 80-90 impulsa a considerar a la psiquiatría como “una neurociencia clínica”.

En 1957, Karl Leonhard propone una clasificación de las psicosis endógenas basadas en la polaridad. Así surge esta entidad, cuyo antecedente ineludible son las Psicosis Maníaco-Depresivas descriptas por E.Kraepelin, que agrupa los cuadros afectivos en esta única categoría.

A partir del DSM III (1980) se “expresa” claramente el paradigma tecnológico en psiquiatría. A esta edición del manual de diagnósticos, se incorporan decididamente el Trastorno Bipolar de Leonhard, y se excluye precisamente la histeria que habla de un cuerpo erógeno que no se deja calcar al cuerpo biológico, y se desarticula la relación angustia- síntoma, angustia- acto.

 3. El “Espectro Bipolar”.

A partir del paradigma Tecnológico, el modelo de estudio que han impuesto las neurociencias es el “espectro epiléptico”. Del mismo, entonces, han surgido otros tantos en el campo de la psiquiatría, los más conocidos el espectro autista, y  el que estamos estudiando: el espectro bipolar.

Entonces, estas clasificaciones surgen de una práctica nueva, que se ha ido imponiendo en el siglo XXI, determinada por dos factores históricos, dos discursos: el discurso de la ciencia y el discurso del capitalismo[iii]. Al decir de J.A. Miller, la dominación combinada de esto dos discursos han logrado destruir la estructura tradicional de la experiencia humana. Asimismo algo que interesa particularmente para nuestro tema es que el sujeto construido por el Discurso del Capitalismo, está organizado para concebirse a sí mismo como emprendedor, como un empresario de sí, entregado a la maximización de su rendimiento.

El sujeto que se inscribe en el “espectro bipolar” es el que no logra este “management del alma”.

Se debe aclarar que este debate rebasa incluso la edición vigente del DSM. Para entender la diferencia, los DSM reconocen los tipos I al III, y un trastorno bipolar “no especificado” no encuadrado por las otras descripciones. En cambio, el “espectro bipolar” sería un cuadro contínuo que va del temperamento extremo al estallido pleno de la enfermedad afectiva, incluyendo los subtipos: I; II; II ½; III; III ½; IV; V; y VI.

Así, no sólo abarcaría la depresión unipolar, también el narcisista y el borderline, los cuadros “inducidos por sustancias”, y lo “psicopático”.

A modo de resúmen, el “espectro bipolar” reafirma un modelo biomédico, subrayando un cuerpo viviente a través del concepto de temperamento y los factores genéticos. A su vez, estos últimos, junto a la convergencia con el objeto técnico de consumo, representa un “bioengineering”, una tecnología del yo sostenida en un darwinismo social.

4. Los planteos freudianos.

En Freud, podríamos situar lo siguiente: primero, lo que le interesa es definir el registro de la pérdida del Objeto. En conexión, está el modo en que piensa la naturaleza del Objeto, reconociéndose en su manera de denominarlos los registros imaginario, simbólico y real: objekt, sache, ding (respectivamente). Por último, llama la atención como para explicar el problema de la melancolía, hace referencia a un caso de catatonía.

Estos puntos permiten algunas conclusiones: la no pérdida de das Ding, la Cosa. Esto hace a la posibilidad de plantear un par esquizofrenia/melancolía en lo que respecta a los fenómenos del cuerpo (el lenguaje de órganos/la hipocondría melancólica, y el Sindrome de Cottard). Relacionado, la conexión entre el odio, el superyó y das Ding. Como también entre estos conceptos y el pasaje el acto.

Por último la tesis para la psicosis de un tipo de elección de objeto relacionada al Narcisismo primario.

En este sentido, lo que Freud consideró como narcisismo primario, Lacan lo sitúa en el nivel del Goce puro y aislado del objeto a.

5. Acto melancólico y Acción maníaca.

Dos viñetas clínicas permiten ilustrar las definiciones de Lacan, principalmente del Seminario de “La Angustia” y “Televisión”, y la importancia que ha dado al concepto clásico de Kakon (el mal).

La melancolía definida desde el Acto. El caso muestra el odio como “único sentimiento lúcido”, y como el sujeto debe atacar, para liberarse, ese goce autoerótico en demasía, mediante el acto suicida-homicida.

La manía definida desde la Acción hasta su agotamiento. La excitación maníaca, el rechazo del inconsciente, la “no función del objeto a”, se ven ilustrados por el caso. El sujeto testimonia de un quiasma radical: el significante en una pura metonimia, por un lado, y por otro, el ser del viviente.

El empuje de lalengua que asedia y disuelve el lenguaje, hasta que logra hacerse amo del significante, lo suficiente para que su “apuro” ya no sea mortífero.

Lo destacable de ubicar estas posiciones, es que también orienta en la cura. En un caso el analista intenta postergar el acto, que es su referencia. En otro se hace partícipe de la acción, “secretario” de la misma, para que sin aplacarla totalmente, logre un funcionamiento.

6. Conclusión

En el Coloquio sobre el curso “Sutilezas analíticas”, E.Laurent ha dicho que “hay muchos elementos de la clínica de la época que van en la dirección de la producción de una clínica separada de lalengua”.

La investigación desemboca en una tensión: los DSM por un lado, con su sueño de un síntoma sin inconsciente, y por otro el Sinthome, que permite reordenar la clínica analítica desde lalengua con una perspectiva desabonada del inconsciente.

Finalmente, un breve comentario dedicado a la medicación, específicamente sobre el “efecto real” del psicofármaco y una pregunta sobre la evolución de los cuadros clásicos de las “enfermedades mentales”.

En principio, se puede deducir de los casos presentados, cómo el psicoanálisis y la ciencia han modificado las descripciones de la psiquiatría clásica.

En cuanto al uso del psicofármaco, no podemos desconocer que es un instrumento que conduce al sujeto a poder gozar de nuevas partes de su cuerpo[iv].

Es una práctica de la norma autoerótica.

Pero también, reconocemos que el uso del mismo permite al sujeto decidir de otro modo, consentir a un psicoanálisis.

El medicamento realiena al sujeto al lugar del Otro, le da una posibilidad de elucubración de lalengua.

       Guillermo Belaga

Agosto de 2013

 


[i] Berrios, G.E.: Hacia una nueva epistemología en psiquiatría. -1ª Ed.- Buenos Aires: Polemos, 2011
[ii] Lantéri-Laura, G.: “Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría moderna”- 1ª Ed.- Editorial Triacastela, Madrid, 2000
[iii] Miller, J.A.: “Lo real en el siglo XXI”- El orden simbólico en el siglo XXI: no es más lo que era, ¿Qué consecuencias para la cura?- 1ª ed.- Buenos Aires: Grama ediciones, 2012. pp. 425-436
[iv] Laurent, E.: ¿Cómo tragarse la píldora?- Ciudades analíticas, Tres Haches, Buenos Aires, 2004



 

miércoles, 20 de noviembre de 2013

LA PRÁCTICA ACTUAL Y ¿EL PADECIMIENTO SUBJETIVO DE LOS INTEGRANTES DEL EQUIPO DE SALUD?

Unidad Académica Hospital Central de San Isidro

Autores: Iammatteo M. Inés, Leserre M. Eva, Lima Quintana Delfina, Melamedoff Daniel, Rossi Alejandra.

Palabras Clave: Trabajo en salud – Padecimiento Institucional - Posición subjetiva - Análisis personal.


ABSTRACT:
El objetivo del siguiente trabajo será articular el trabajo en salud y las implicancias subjetivas del profesional que integra un equipo de salud, tanto en la formación de los alumnos de medicina como así también en el campo de la asistencia institucional. De qué modo el padecimiento se encuentra entramado a un encuentro con la práctica que implique una posición subjetiva sacrificial. Nos preguntamos desde qué otros lugares se podría abordar la práctica profesional en las instituciones y la relación que esto tendrá con el análisis personal de cada profesional.


DESARROLLO:
Horacio González en su texto el dolor del funcionario[iii] plantea que “Hay en todo el mundo (…) la idea de una culpabilidad del Estado. Esta idea no carece de fundamentos. Siglos y siglos de teorías del Estado basadas en una razón que le sería propia, por encima de la comprensión del ciudadano común, acabaron produciendo una sospecha de que ante las catástrofes o desarreglos del mundo real, el Estado tiene una suerte de culpa eminente. (…) se dice que a los funcionarios estatales, ante cualquier incidente, lo primero que se les viene a la mente es exculparse. (…) se parte de la idea de que las víctimas son un sujeto doliente de la historia, se piensa que todo accidente en los sistemas públicos (…) no son tragedias. Se presupone la culpabilidad del Estado.
Las víctimas nunca están calladas, (…) la política y el Estado mismo son ámbitos de escucha de las víctimas, y de actuación en su nombre. El Estado puede ser de inmediato culposo; sus funcionarios no debemos ignorarlo ni dejar de dialogar con el propio Estado en nombre de las víctimas. (…) El dolor público, para ser pedagogía colectiva no precisa exculpaciones profesionales”.
Creemos muy importante estar atentos a lo planteado aquí ya que es algo que atraviesa a todos los profesionales que encarnan la figura del funcionario público, y esto sucede inmediatamente en cuanto se trabaja en una institución pública. Suponer la idea de un estado culposo podría conllevar actuar desde un lugar poco conveniente, cargando con esa culpa, con su accionar apuntando hacia el quedar exculpado. Tarea que seguramente repercutirá en un padecimiento de dicho profesional.
Para ilustrar este texto traeremos un recorte de un suceso vivido por un profesional de la salud mental en una institución pública. El profesional caminando por la sala de espera de terapia intensiva se encuentra con un familiar de un paciente desconocido para él, quien lo increpa porque éste está usando el celular. Asumiendo que debería estar haciendo algo en pos de lo que está atravesando su familiar. Qué sucedería con este profesional si toma esto a su cargo, presuponiendo que su deber es responder inmediatamente ante el pedido de una “victima”. A su vez es interesante poder pensar cómo esto necesariamente se enlaza con el análisis personal de cada uno en función de cómo repercute en la trama fantasmática de cada uno.

Freud en Consejos al médico[iv] postula que el modelo más conveniente para la práctica es el del cirujano, que procede dejando de lado todos sus afectos y compasión humana, y concentra sus fuerzas en realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte. Para el psicoanalista señala que hay una tendencia afectiva peligrosísima, que es la ambición de obtener un logro convincente para los demás, generando una disposición de ánimo desfavorable para el trabajo y quedando indefenso ante las resistencias del paciente. Se justifica la exigencia de frialdad de sentimiento al analista ya que crea para el médico, el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva, y para el paciente el máximo grado de operatividad que se le puede prestar.

Lacan se pregunta en su “Breve discurso a los psiquiatras” cuál es el papel del Psicoanálisis en la formación de los psiquiatras, y resalta allí la experiencia del encuentro del médico con la clínica, de donde ya no se sale intacto, teniendo en cuenta lo que hay de angustia en ese encuentro, allí donde el médico está concernido. ¿Cómo pensar entonces esta afectación en el practicante, a partir del encuentro con la clínica?
El psicoanálisis nos enseña, no sólo, que la angustia es un afecto, sino  que la misma tiene una función y que ésta, está ligada a la orientación.
“La angustia (…) está, en efecto, en la lógica de las cosas, es decir, de la relación que tienen ustedes con su paciente. Sentir la angustia que el sujeto puede soportar los pone en todo momento a prueba. El analista que entra en su práctica, no está excluido de sentir (…) en sus primeras relaciones con el enfermo, alguna angustia”[v].
Lacan se pregunta de qué clase de angustia  se trataría y cuál sería su función, si es que la tuviera.
Podría pensarse que la emergencia de la angustia evidencia, que el encuentro con la clínica pone en cuestión los ideales, hace vacilar las identificaciones con las que se cuenta al inicio de la práctica. Ideales que, en el campo de la salud, estarán relacionados con la idea de curación y salvación. La práctica, entonces, nos muestra una y otra vez lo inadecuado de este encuentro, que será siempre en tensión (resistencia, repetición, no mejoría).
Intentar rectificar la práctica hacia el lado de la salvación, llevaría quizás al padecimiento, el burn out, etc. Por otra parte, estar advertidos de que la angustia es estructural y tiene una función, posibilitaría que el practicante reoriente su práctica, sabiendo que ésta, no será sin la tensión que produce el encuentro con un paciente y los obstáculos que se presentan en el trabajo en una institución donde convergen diferentes discursos.
El psicoanálisis piensa la angustia en relación con el deseo del Otro, por lo tanto ésta es estructural al sujeto, sea paciente o practicante. Será entonces un lugar posible para desplegarla, el análisis personal y/o los espacios de supervisión, estando advertidos, de que, ante su emergencia, algo nos concierne e implica en tanto sujetos.


 BIBLIOGRAFÍA:
·        González, Horacio, El dolor del funcionario, Diario Página 12 del 24/02/2013.
·        Freud, Sigmund (1912), Concejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico, Obras Completas tomo XII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1998.
·        Lacan, Jacques (1962), Seminario 10 La angustia, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003.


[iii] Horacio González, El dolor del funcionario, Diario página_12 del 24-02-2013.
[iv] Freud, S.: (1912) “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” en O.C., Tomo XII, Amorrortu ed., Bs. As., 1998.
[v] J. Lacan, La angustia en la red de los significantes, pág. 13, 14, 15 En Seminario “La angustia”. Año 1962. Ed Paidós.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Intervención en el Congreso Mundial de Salud Mental 2013


“Interdisciplina e inclusión social como ejes de intervención”

     25 al 28 de Agosto 2013     -     Hotel Panamericano
 
 
Reseña


Guillermo Belaga presenta los distintos trabajos de  la Mesa: “Ruptura, Síntoma-Singularidad, Lazo Social. Una institución para cada Síntoma”. Se toman como ejes los dispositivos del Servicio de Salud Mental del Hospital y su articulación. Cómo estos dispositivos procuran ceñir algo del incómodo par Institución-Psicoanálisis, donde  las “palabras conocidas”: impulsividad, borderline, psicofármacos, DSM, etc,  pueden dar lugar a la novedad. Entradas y Salidas, y el entramado de la lógica colectiva que sostiene las estrategias e intervenciones del equipo de trabajo.

La Lic. Adriana Rógora propone un abordaje del Dispositivo de Admisión, como uno de los modos de entrada al Servicio. La admisión pensada como proceso, “no sólo da ingreso a la consulta sino que funciona como un dispositivo asistencial en sí mismo, en el sentido que posibilita el alojamiento en lo institucional, ofreciendo a quien consulta un lugar y un tiempo de escucha; Otro a quién dirigirse”. Allí se reciben los pacientes que llegan en el día sin programación previa, de manera espontánea o bien derivados por otros servicios del hospital, por otras instituciones dentro y fuera del partido, y por otros dispositivos de entrada al Servicio: Internación en Sala o Guardia.

Se remarca la dimensión de admisión subjetiva por parte del que consulta y la orientación por lo Singular del Síntoma desde donde se decide y se interviene.

Se presenta viñeta clínica en relación al dispositivo. Guillermo Belaga subraya de qué manera, en tanto aquello que marca la época, muchos pacientes llegan a la consulta encontrando una explicación a su padecer a partir de categorías que obedecen a la lógica del mercado bajo el paradigma biotécnico, "soy bipolar". Lo que el DSM no tiene en cuenta es, siguiendo la lógica del caso presentado, la erótica del duelo.

La Lic. Valeria Cavalieri comenta el trabajo en la Internación en Guardia. Allí donde la urgencia se presenta en la época vía el pasaje al acto - cuerpos mutilados, intoxicados, caídos -  el desafío es sintomatizar esos excesos, producir el relato que dé cuenta de las coordenadas del acto. “Hacer lugar” es el  primer gesto que permitirá  la construcción de una temporalidad para que algún lazo se instale, en contraposición a las respuestas segregativas propias de la época.

Se transmite la modalidad del trabajo del dispositivo de Internación conformado por psicólogos y psiquiatras, su lógica y la ética desde donde se orienta para responder a la coyuntura actual.

La Ley Nacional de Salud Mental (ley 26.657) “destaca una experiencia que se viene implementado desde hace varios años en el Servicio: internaciones breves en el hospital general orientadas a la estabilización y el armado de red de inclusión social que permita continuar el tratamiento por consultorios externos, evitando en lo posible la derivación a hospitales monovalentes y las secuelas de psiquiatrización y cronificación que establecen, frecuentemente, un destino de segregación para los pacientes”.

En la transmisión se destaca el trabajo del armado de las estrategias que convengan cada vez, siguiendo la lógica del caso que se irá construyendo en el entre varios del equipo.
 

Luego de la presentación de un recorte clínico, Guillermo Belaga hace hincapié en el Pasaje al acto y la lógica del mismo. De qué manera este se conecta a la angustia en la neurosis y al odio en el acto melancólico. Hace referencia a "el odio como único sentimiento lucido". En tanto para el DSM el caso sería categorizado dentro de la impulsividad lo que deja por fuera la consideración de la angustia.

A continuación la Lic. M. Ines Iammatteo despliega el modo en que se trabaja en los Consultorios Externos del Servicio. Así como la Admisión y la Internación suelen ser modos de entrada, la salida de esos dispositivos puede implicar la entrada a un tratamiento por consultorios externos.
 

Se recorta la particularidad de la temporalidad de dichos tratamientos, que si bien no presentan un tiempo prestablecido, se piensan como tratamientos de “objetivos limitados” y allí la temporalidad que cuenta es la subjetiva.

“El dispositivo implica la puesta en acto del discurso analítico como la respuesta a una demanda. Sabemos que no se trata de adaptar al sujeto ni de “curarlo” de sus síntomas como algo eliminable al modo de la enfermedad médica. Sabemos también que el sufrimiento del sujeto conlleva una satisfacción que no se resigna fácilmente, es decir lo singular de su goce”.

Las Salidas del dispositivo como finales de tratamiento en el hospital  ubican algo de la localización de lo pulsional en juego, de aquello que se repite más allá de la resolución terapéutica.


Por último, la Lic. Virginia Walker plantea  la complejidad del entramado colectivo que sostiene el trabajo diario.

“El Servicio de Salud Mental HCSI propone el alojamiento y tratamiento de lo inadecuado. No para ajustar al discurso imperante sino para hacer lugar a lo diverso, que lo diverso encuentre una forma social”. En la práctica, la orientación por el punto de imposible que señala que no todo puede ser recubierto por lo simbólico, sitúa la particularidad de un trabajo con otros, y otras disciplinas, que contempla dicha hiancia.

Un colectivo que lejos de homogeneizar, contempla las diferencias e impasses, sin que se forcluya la decisión sostenida en una ética y una orientación.

Esa inconsistencia contiene el desencuentro y también la oportunidad de invención. Lógica que recorre los dispositivos presentados.


 27 de Agosto de 2013

 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Intervención en el Congreso de AASM - Agosto 2013


 
 
DE LA URGENCIA A UN BIEN DECIR EN EL MARCO DE UN HOSPITAL PÚBLICO

 
PRESENTACIÓN

            Nuestra práctica, en el Servicio de Salud Mental del Hospital Central de San Isidro, se inscribe en el marco de un hospital general de comunidad.  Allí se presentan pacientes embrollados en su padecer: cuerpos mutilados, inquietos, agitados, mudos, agobiados, intoxicados.

            Si bien el discurso médico interpreta ese sufrimiento desde una perspectiva biológica e intenta bajo una normativa del “para todos” sostener el ideal de Salud, suprimiendo el sufrimiento en el menor tiempo posible, los practicantes del psicoanálisis apostamos a introducir otra temporalidad.  En esta cultura del “para todos” y de la inmediatez, el trabajo del servicio de Salud Mental está orientado desde otra perspectiva que intenta soportar el equívoco, introducir una pausa, un tiempo de comprender.  Se trata de alojar la dimensión subjetiva ofertando un espacio de escucha que posibilite el pasaje del hecho al dicho y del dicho al decir[1]. Buscamos que el decir se despliegue a lo largo de las entrevistas dando lugar a la subjetivación de la urgencia. Pensamos a esta como una forma de entender que el sujeto que llega a la guardia ha perdido sus referencias; ha sufrido una ruptura en su equilibrio subjetivo y encuentra en el Hospital y en el practicante otro que lo aloja en su padecer, transformando el  grito por fuera de la palabra con el que el paciente se presenta, en un llamado[2].  De este modo se buscará abrir nuevas respuestas frente a lo traumático, que surja un nuevo sentido, posibilitando en esta operación un horizonte de invención.

            Consideramos que el desafío del practicante es dar un salto cualitativo entre adaptar el reglamento al caso y captar lo que en el caso excede al reglamento. Sabiendo que las reglas institucionales existen, es necesario saber hacer con ellas; sin perder de vista que hay un sujeto que sufre y que viene a consultar. Es en la tensión entre el apremio por resolver y la burocracia en la que se enmarca, que la labor diaria entra en juego. Es la plasticidad del practicante la que permite encontrar una salida apoyada en la ética que orienta la práctica, con intervenciones calculadas, frente a la singularidad  de cada quien, desde cada uno de los dispositivos. De esta manera pretendemos dar lugar a la subjetivación del padecimiento.  Las formas que toma el malestar en la cultura se revelan de diferentes maneras, la aparición de sufrimientos singulares nos llevan a re-inventar nuestra práctica una y cada vez.


            Orientados por lo real del síntoma, la apuesta es caso por caso, privilegiando el detalle, la singularidad, es decir el modo en que cada uno responde a su malestar.  Es a través de la construcción de un relato, de la localización de la contingencia y su relación con otros sucesos de su vida que el paciente empezará hacer propia la urgencia y sus dichos. Nuestro horizonte es alojar al sujeto en urgencia, uno por uno, localizando las coordenadas en las que la irrupción sintomática aparece. Para eso será necesario la construcción de un Otro, en donde tanto el  Hospital como Institución y el practicante ofrecen un lugar (vacío) a quien dirigirse, a quien enlazarse,  en donde el paciente pueda desplegar su decir y otorgarle un sentido único a aquello que se presenta como sin sentido. Es así que se puede pensar “una Institución para cada síntoma”.

            La ética con la que nos orientamos subyace a una práctica que va en contra de un movimiento de reducción del sujeto a lo meramente clasificatorio (consumo, impulsividad, trastornos, etc.). Estas clasificaciones solo reenvían a una posición donde la singularidad del sujeto queda borrada. La lógica con la que trabajamos e intervenimos es la de, mediante el alojamiento de la palabra, restituir un estatuto de sujeto. En "Televisión"[3] Lacan define el Bien decir como "el deber de reconocerse en el inconsciente, en la estructura". Situar el Sujeto en los efectos de la combinatoria significante para producir en el decir, algo de lo real, eso que orienta la cura.

 

USO SINGULAR DE LOS DISPOSITIVOS. ESTRATEGIAS. INTERVENCIONES. CONTROL.

Para dar cuenta del uso singular de los dispositivos en el caso por caso, tomaremos como punto de partida lo que plantea Eric Laurent cuando propone a las instituciones del campo de salud mental y de la medicina lo siguiente: “queremos instituciones… que le den su lugar a la particularidad y que desconfíen de la masificación por identificación. La hipótesis freudiana del inconsciente implica que la particularidad no solo se alcanza respetando los derechos de la persona, lo que es un requisito necesario, sino dejando hablar al sujeto. Primero no hay que hablarlo, o someterlo a la regla, aunque fuera la mejor de las reglas. Para ir en contra de la agregación institucional es menester darle su lugar a la palabra del sujeto. Se necesitan instituciones particulares para darle lugar al inconsciente”. [4] Es posible que el desafío del practicante sea dar un salto cualitativo entre adaptar el reglamento al caso y captar lo que en el caso excede al reglamento, donde se recorte una particularidad.  “Si uno piensa orientarse con las reglas está perdido”[5], uno debe orientarse teniendo en cuenta de que las reglas institucionales existen, pero hay que saber hacer con dichas reglas; hay que saber actuar con las reglas sin perder de vista que hay un sujeto que sufre y que viene a consultar.

                        La apuesta es a la palabra, intentando que el sufrimiento pueda ser subjetivado pero sin perder de vista como horizonte, que podrá funcionar para cada quien y en cada vez. Es decir el modo que cada uno puede hacer con lo real que no cesa de no inscribirse.
             

Contamos en el servicio con un espacio de control, práctica que atraviesa los diferentes dispositivos.  Hay supervisiones individuales y también  supervisiones específicas para el dispositivo de internación. Este espacio es esencial en tanto permite pensar obstáculos, preguntas, diagnósticos, para orientar la cura. Lo que lo caracteriza es que se encuentra atravesado por la tensión entre el trabajo múltiple de la lógica colectiva y el trabajo individual de los que día a día  realizan el seguimiento de los pacientes. Tal como sucede con el pase diario de pacientes. En este caso la supervisión deja como saldo la importancia de armarle al paciente un “cuerpo” que le funcione como lazo. Esto no será sin el cuerpo del analista, que se prestará cada vez, a cada encuentro. No será tampoco sin el marco de una Institución que aloje su síntoma. Las intervenciones tendrán entonces también como orientación el que el Hospital como Institución ocupe una posición de Otro, Otro que aloja y con quien se crea lazo.

 
DEL PASAJE AL ACTO A UN TRATAMIENTO POSIBLE

El objetivo de esta presentación es poder dar cuenta de cómo nos orientamos en el trabajo de los casos de pacientes que ingresan a la guardia tras haber cometido actos graves en donde, fue este mismo acto lo que resolvió algo  del padecer que lo motivó. La dificultad se hace manifiesta justamente en este punto, en donde algo relacionado con el alivio ha tenido lugar después del acto, obstaculizando el acceso a una dialéctica posible. Nada del orden de la angustia pareciera poder rastrearse, una aparente desafectividad tiñe el discurso y la contundencia del acto queda desdibujada. ¿Qué ha sucedido con la certeza absoluta de la angustia? Pareciera que ha sido el acto mismo lo que ha ido en desmedro de aquello. En palabras de Lacan “actuar es arrancarle a la angustia su certeza”[6]. El pasaje al acto tiene, según Lacan, el dejar caer del sujeto como correlato esencial. Esto sería así en tanto el sujeto aparece borrado al máximo, se precipita y bascula fuera de la escena. Queda caído como sujeto historizado, arrojado al mundo.[7]

EL MOTOR DE NUESTRA PRÁCTICA

Teniendo en cuenta lo expuesto hasta el momento nos preguntamos qué es lo que permite y sostiene el trabajo diario en el servicio. Que es lo que hace que un practicante escuche día tras día el padecimiento del que consulta.

Lo que motoriza nuestra práctica es el deseo del analista. Entendiendo que este deseo no tiene como horizonte un ideal de querer curar. Se trata de una función, vaciada de la persona del analista. Es el espacio que ofrece el practicante  para alojar el sufrimiento del paciente, brindando un lugar para que se despliegue el decir y la creación de un sentido singular, un sentido único ante el sin sentido con el que llega el paciente.

Lo que permite que esta función se ponga en forma es la transferencia. La transferencia no es, aquí, la sombra de algo vivido antes. El efecto de transferencia es ese efecto de engaño que se repite en el aquí y el ahora en tanto el deseo del analizante está sujeto al deseo del analista.

 

 BIBLIOGRAFIA.

 
·       Belaga, Guillermo: “La Urgencia Generalizada. La Práctica en el Hospital”. Editorial Grama; Buenos Aires; 2004.

·       Belaga, G., Respuestas a lo impolítico de las urgencias subjetivas, en Virtualia # 19, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, noviembre 2009

·       Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia” Clase IX “Pasaje al acto y acting out”. Pág.  128. Paidós, Buenos Aires, 2006.

·       Lacan, J., El seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós, Bs. As., 2006.

·       Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 2001.

·       Lacan, J. "Televisión". En Psicoanálisis: Radiofonía & Televisión, Barcelona, Anagrama, 1974.

·       Laurent, Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3 Haches, Buenos Aires; 2000.

·       Laurent, E., El revés del trauma, en Virtualia # 6, Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, junio-julio 2002

·       Miller, J-A., Introducción al método psicoanalítico, Paidós, Bs. As., 1997




[1] Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Bs. As., 2001, p. 81
[2] Lacan, J., El seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós, Bs. As., 2006, pág. 202.
[3] Lacan, J. "Televisión". En Psicoanálisis: Radiofonía & Televisión, Barcelona, Anagrama, 1974.
[4] Laurent, Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3 Haches, Buenos Aires; 2000. Pág. 86
[5] Laurent, Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3 Haches, Buenos Aires; 2000. Pág.31
[6] Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia” Clase VI “Lo  que no engaña” pág. 88. Paidós, Buenos Aires, 2006.
[7] Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia” Clase IX “Pasaje al acto y acting out”. Pág.  128. Paidós, Buenos Aires, 2006.
 
 Trabajo realizado por: 
Cecilia Bauer
Flavia Bottino 
Lorena Canaveri
Romina Coletti
Ayerayen Guerrero 
Soledad Jorge
Maria Eva Leserre
Carina Liñeira
Cecilia Lustig 
Estefania Malecek 
Daniel Melamedoff 
Laura Melamedoff 
Laura Nervi 
Rodrigo Nieto 
Jimena Ortelli 
Laura Virga