miércoles, 27 de junio de 2007

"Comentario sobre Los Inclasificables de la clínica psicoanalítica"

Por Marta Coronel y Nilda Hermann, Presentado en Clase 31-5-07 del Curso Resoluciones Terapéuticas en el Hospital Publico y sus Dispositivos del SSM HCSI.


Servicio de Salud Mental Hospital Central de San Isidro -
Curso 2007
-Clase 30-5-2007- 

Los inclasificables de la clínica psicoanalítica- Argumento y disciplina del comentario 

En esta clase trabajaremos un texto ya clásico en materia de conversaciones sobre la clínica: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 1999. 

Las formas que nos damos para abordarlo son dos: 

1-El argumento, donde se despliega en su máxima extensión el tema alrededor del cual giran los capítulos seleccionados; presenta su ubicación en el conjunto, las articulaciones que se proponen, las novedades que se plantean, los problemas que se resuelven y los que se abren, la puesta en tensión con otras propuestas anteriores o posteriores de la enseñanza. Es la perspectiva "macro". 

2-La disciplina del comentario, se detiene en el detalle de un párrafo elegido dentro de un capítulo para "hacerlo responder por las preguntas que nos plantea". Se demora en la lectura, en la elucidación del sentido y la referencia, y no se priva de aportar las variaciones sobre el mismo tema en otros momentos de la enseñanza o de la obra de la que se trata. Es la perspectiva "micro". 

Capítulos seleccionados: 
Cap II La conversación de Arcachon (casos raros: Los inclasificables de la clínica) Los textos. 

-"Un caso no tan raro" Jean pierre Deffieux pag. 201 a 207.

-"Un sujeto en la nebulosa" Hervé Castanet pag. 209 a 212.

- “Historia de ojo” y “Conversación sobre una pestaña”, Naveau, Pierre, pag. 259 a 263 y AAVV pag. 368 a 380.

- La conversación desde pag. 317 a 414

Argumento: Marta Coronel 

Disciplina del comentario: Nilda Hermann 
Párrafo a comentar: 
"Lacan parte del nominalismo: el cifrado del goce es siempre singular. Después pasa al realismo de las estructuras, y denuncia allí una ilusión: una vez que se ha clasificado a los sujetos en una rúbrica, uno se equivocaría si tomara esto por una clase con un sentido común. La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor." Éric Laurent en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408.

Los invitamos a participar con sus aportes.

Argumento: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.
Por Marta Coronel 

Presentación
El Libro que hoy tenemos el gusto de comentar en el espacio del 5to. miércoles del hospital Central de San Isidro, se titula “Los inclasificables de la clínica psicoanalítica” y se divide en dos partes: El conciliábulo de Angers, “Efectos de sorpresa en las psicosis” y la segunda parte La conversación de Arcachon, "Casos raros: Los inclasificables de la clínica”. 
Algunos comentarios sobre la ciudad donde se desarrolló en encuentro, para que podamos tener una idea del marco de la reunión. Fue creada en el siglo XIX, en la época de industrialización, donde el ferrocarril era un efecto del discurso de la ciencia. Fue imaginada con la idea de hacer reinar a los industriales, quienes de ese modo podrían reparar la desgracia de los pobres. Fue armada como una especie de laboratorio de arquitectura y de urbanismo, lo que concluye en un modo de vida. 
Es una ciudad de invierno, cuyas calles se concibieron de modo que no se forme un ángulo recto a fin de evitar las corrientes de aire. Lugar elegido para curarse de la tuberculosis.
Por alli pasaron Victor Hugo, Lautrec, Cèzane, Monte, Debussy entre otros célebres personajes. También André Gide, y James Joyce antes de operarse de la vista en París pero le compuso un poema a la ciudad. El Dr. Lacan también visitó esta ciudad, donde los pasos (passes) son inclasificables, porque al ser producto de la arena de las tempestades, se desplazan y es imposible conservar el trazo de donde se encuentran.
El modo de trabajo científico pero distendido, repite la Sección Clínica de París, fundada por el doctor Lacan en 1977. Ofrecía a los jóvenes psiquiatras en formación, una enseñanza de la clínica psicoanalítica, a la vez clara y rigurosa. La fórmula gustó tanto que en veinte años se multiplicó por todas partes en Francia y en el mundo. Esta reunión en Angers – los días 6 y 7 de julio de 1996- fue una oportunidad para debatir sobre las psicosis.
Es la presentación de una serie de casos, seguida por la discusión que revela lo que puede extraerse como enseñanza para nuestra práctica. Uno de los participantes Philippe La Sagna ordenó los casos en 4 clanes usando términos de enlace: 1. los inclasificables del síntoma, 2. los inclasificables del goce. 3. los inclasificables del cuerpo y 4. Los inclasificables del Otro que no existe. 
Es un intento de repensar las categorías con las que se maneja el practicante del psicoanálisis. 
Dice Eric Laurent: “Es completamente necesario que a la salida de nuestra conversación de Arcachon le hayamos retorcido el pescuezo a la clínica, en la que se arrastran términos como as if, personalidad como si, caso límite, perturbación del curso del pensamiento, rareza, emancipación de pensamientos abstractos e inhibición, todos estos fenómenos disparatados, tomados de distintos estados de la clínica y montados unos con otros de manera barroca” página 342.

Estabilizaciones en las psicosis
Recomiendo la lectura del libro de Eric Laurent “Estabilizaciones en las Psicosis” producto de su participación en las Jornadas preparatorias del Encuentro sobre psicosis, que se realizó en Córdoba en 1987, donde realiza un recorrido de la enseñanza de Lacan sobre las psicosis. La reformulación que realiza cada 10 años empezando en 1936 con el Estadio del Espejo, 1946, Acerca de la causalidad psíquica, 1956, Seminario 3, en 1958 escribe en los Escritos De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, en 1966 La presentación de la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber, versión que en castellano se encuentra en Intervenciones y textos 2. Entre 1964 al 69 es un período muy rico en texto sobre las psicosis. En el Seminario 11 contesta a Maud Manoni por el libro de esta autora sobre la articulación entre psicosis y debilidad mental. En 1976 en la presentación del Seminario Joyce el síntoma surge de manera absolutamente nueva la idea del yo como procedimiento de remiendo en las psicosis, la fabricación de un yo por el sujeto psicótico mismo.
En 1976 produce Lacan una nueva orientación que permite repensar formas de estabilización en las psicosis.
Entonces el texto de 1976 nos obliga a pensar las otras tres etapas desde otro punto de vista y con la introducción del “sinthome”.

Formalizaciones en la clínica de Lacan
Se pueden pensar dos formalizaciones de la clínica en la enseñanza de Lacan: una que puede pensarse como estructuralista y la otra como borromea. El espíritu que guía la discusión está centrada en un punto de vista práctico: ¿Cómo hacer para que la evolución de un sujeto sea más continua que discontinua, es decir evitarle las crisis, los desencadenamientos?
Del lado del binario clásico neurosis-psicosis, tenemos un rasgo distintivo pertinente, Nombre del Padre sí o no. Es difícil precisar cuál es el elemento diferencial de la segunda formalización. 
J. -A. Miller opone a la clase enfermos mentales las de enfermos del gran Otro, poniendo como rasgo diferencial punto de basta si o no. Al desencadenamiento, la ruptura le corresponde el desenganche del Otro en la segunda formalización.
Toda la teoría de la transferencia está en juego en la segunda clínica: se trata de hacerse basta y destinatario de esos signos ínfimos. Al considerar el término “secretario del alienado” no es en absoluto hacerse el copista, es también tomar posición respecto de lo que se tiene que escuchar.

La clínica del síntoma no se opone a la barrera estructural neurosis-psicosis establecida por Lacan en los años 50. Por el contrario permite colocar del lado de las psicosis una categoría de sujetos que hasta ese momento eran clasificados en todas las categorías menos en las psicosis.
El germen de esta idea estaba en Lacan, si leemos el “Prólogo a la Edición Alemana de los Escritos”, de 1967 dice: “La cuestión comienza en el hecho de que hay tipos de síntomas –es decir nudos- que hay una clínica, una clínica que es de antes del discurso analítico; porque Freud, él la heredó. ¿El análisis, el discurso, la idea del síntoma como nudo, arroja alguna luz a esa clínica de antes? Seguro que sí…

El aparato del síntoma

En la segunda formalización es necesario ampliar la concepción que teníamos del Nombre del Padre. 
El Nombre del Padre, en el primer registro era un significante que posee efectos de significación. Lacan construye una metáfora haciendo entrar el DESEO DE LA MADRE, con mayúscula para darle estatuto de significante.


NP         DM        NP       A 
DM                       x              Falo

La incidencia del Nombre del Padre se traduce por la emergencia de la significación fálica. Pero nosotros no podemos desconocer su incidencia libidinal. El Nombre del Padre localiza el goce.
La metáfora paterna es el primer aparato del síntoma que Lacan haya demostrado. El aparato del síntoma garantiza la articulación entre una operación significante y sus consecuencias sobre el goce del sujeto. 
Hay que recuperar la conexión entre significante y goce. Es el pasaje del Lacan clásico el del significante al del objeto a y del goce. 
Hay que destacar la equivalencia entre Síntoma y Nombre del Padre

S = NP

El síntoma puede funcionar como Nombre del Padre. El Nombre del Padre mismo no es más que un síntoma. El punto de capitón tiene dos formas principales el Nombre del Padre y el Síntoma.

NP PDC = S

“Un caso no tan raro” Jean –Pierre Deffieux 

Justamente en el caso presentado por Jean Piere Deffieux “Un caso no tan raro”, comienza nombrando los distintos modos que pudiera pensarse este paciente. Si Freud lo hubiese presentado podría haberlo considerado como una neurosis narcisista, con Begeret sin duda se habría ubicado en la categoría de Borderline. Si lo hubiera presentado la psiquiatría americana, partidaria del DSM IV, lo habría clasificado en las perturbaciones del humor, o alguien de la IPA, desde la clasificación estructural hubiera escuchado una histeria.
B. tiene 36 años, es hijo de una familia numerosa de la alta burguesía del norte de Europa. Su padre fue industrial. Es derivado por un colega que enuncia el diagnóstico de histeria.
Es muy simpático, encantador, usa con ostentación los semblantes de la cortesía. 
Se presenta con una queja repetida. Carece por completo de voluntad, es incapaz, está detenido en la vida, no tiene ganas de nada. Aparece en su discurso la frase “no tengo energía”. 
A los 17 años interrumpe de golpe sus estudios (más tarde los aprueba como libre). 
Trabajaba en pequeñas empresas propias, la última dedicada a la ebanistería, siempre en compañía de su padre.
En marzo de 1993 suspende sus actividades, porque quería romper con la sociedad de consumo y estudia ecología. 
En marzo de 1994 se produce un desorden afectivo. Hasta ese momento tenía muchas aventuras con mujeres “las mujeres se interesaban por mi” dice, pero él las dejaba ante el menor compromiso. En ese momento luego de romper con una mujer tiene un encuentro homosexual que dura 3 meses. Dice que no había tenido antes relaciones con hombres porque la moral paterna lo había detenido. 
Desde el 95 nada marcha bien. Ingresa en la Universidad pero no puede aprender, vive de la pensión del Estado (RMI). Sus lazos sociales son efímeros y superficiales.
En la segunda entrevista le hace notar que los dos momentos sobresalientes de su vida han ocurrido en marzo. 
Menciona entonces un recuerdo “en el que no piensa nunca” y del que se acordó por primera vez en el momento de la separación dolorosa del primer hombre que conoció: Era primavera, él tenía 8 años y se dirige al entrenamiento de natación; un hombre le ofrece llevarlo en bicicleta y B. aceptó sin vacilar. El hombre lo condujo hasta el bosque, lo golpeó en todo el cuerpo con un palo; en un momento el hombre sacó un cuchillo y quiso cortarle el sexo, entonces B. consiguió escapar.
El dirá de esta escena; “de ningún modo sé si sentí dolor”. Al volver a su casa le cuenta a su padre, “quien no le creyó”. 
Ante la convicción que lo acontecido en marzo 93 y 94 tiene relación con esta escena infantil le pide que relate la misma con la mayor precisión posible. Cuenta entonces que cuando el hombre empezó a golpearlo, recuerda haber abandonado su cuerpo, haberse distanciado de él, haber desaparecido: “En un momento ví a un chico: era yo; entonces escapé”.
Hasta los 35 años tuvo dos sostenes (funcionando en lugar de la metáfora paterna): La regla paterna y la artesanía.
En cuanto a su sexualidad descansa en la exhibición de su cuerpo desnudo del cuerpo del otro –puede tratarse de hombres o de mujeres- - A los 12 años intervino la policía porque él había exhibido su sexo cuando iba en bicicleta por el parque de la ciudad. Después continúo haciéndolo.
Entre los 15 y los 25 años realizó regularmente sesiones de fotos de su cuerpo desnudo en el espejo, que sacaba y revelaba él mismo, terminando en una masturbación. Esta práctica perversa le sirve de unión entre el yo y el cuerpo.
Al terminarse el sostén en la regla paterna y por el fin de su relación homosexual basada en el exhibicionismo, pasan a funcionar dos nuevos anudamientos: la inscripción de un fenómeno psicosomático en el cuerpo –una psoriasis- y una discreta metáfora delirante.
La frase clave de su delirio fue pronunciada en la primera entrevista “no tengo energía”, frase que luego adquirirá ribetes de metáfora delirante.
Este sujetos llegó con una queja, un sufrimiento, que dirigen al analista para que los alivie. Durante mucho tiempo su discurso puede pasar por un discurso neurótico. Su enganche con el Otro es suficiente para permitirle identificaciones con modelos sociales que dependen del funcionamiento edípico. Pero como esto no alcanza para justificar una neurosis, es útil interesarse en los ínfimos detalles clínicos que tal vez llamen la atención del lado de la psicosis.
Este sujeto encontró un modo de anudamiento sintomático que en general dura bastante, hasta toda una vida, y sin el sostén del Nombre del Padre. Ofrece una verdadera subversión a la clínica de la psicosis, al quitarle toda referencia a cualquier noción de déficit, incluso significante.
Una clínica del síntoma no es una clínica de los síntomas, que Lacan con sobrada razón siempre rechazó. 
En cambio, si es una apuesta importante para el futuro de la clínica analítica llegar a distinguir a partir de la fenomenología clínica los criterios del anudamiento sintomático NP de aquellos que dependen de otro tipo de anudamiento. Esto viene también a subvertir la jerarquía de las estructuras. 
Estos detalles no se relacionan con las perturbaciones del lenguaje, sino con los efectos clínicos mínimos de algo que cojea en el anudamiento RSI; por ejemplo, en determinado sujeto una pregnancia de lo imaginario unida a un anclaje simbólico bastante leve, o bien una relación de extrañamiento entre el yo y el cuerpo; o bien en otro, el ejercicio desenfrenado de la pulsión, desconectada de toda captura en una dialéctica de discurso


La disciplina del Comentario en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica- 

Por Nilda Hermann 

El párrafo que he elegido para comentar es parte de una intervención de Eric Laurent en La conversación de Arcachon en sus últimos tramos, participa del momento de las conclusiones pero no es aún el cierre, no es la despedida. 
El apartado fue subtitulado en la publicación “Último todo de palabra” -un poco antes se trató de las “Precisiones” y “La bolsa de los inclasificables”- es un momento de exceso, es muy importante lo que allí se discute, es una disputatio sostenida entre varios en el marco de esta conversación , no es un momento distendido, al modo Fumaroli de la Conversación, para quien “Entrar en conversación (…) es entrar en un juego con partenaires considerados pares, y de los que no se espera otra cosa más que el placer de jugar bien…”, es un momento Magritte, que Miller describe muy bien-pág.388- evocando uno de los cuadros de la serie que Magritte dedica a El arte de la conversación , “… está representado a la orilla del mar (…) y en la rivera descansa un toro que se vuelve hacia el espectador, de aspecto avergonzado, envuelto en la capa de un torero como en una manta, con la espada clavada en el punto en que hay que clavarla para matarlo, (…) consiste en acabar con el adversario, en marcar el punto de tal suerte que el toro desfallezca.”. 
Si leyeron las intervenciones habrán notado que hay diferencias, que no se dice lo mismo y cada vez que alguien toma la palabra toma posición respecto de cuál es el punto a marcar, a resaltar de los casos que ya se han discutido y conversado, dieciocho casos clínicos. 
Así se destacan los diagnósticos, la transferencia, la estrategia de relacionar los casos según clases estructurales o bien chapucear con oposiciones que atraviesan en diagonal la clasificación y la ponen en crisis, con conceptos y nociones como la pulsión, el objeto, el Otro, el Nombre del Padre, desencadenamientos y anudamientos, el goce, los sueños, el síntoma, el lazo social, el cuerpo, los registros: imaginario, simbólico, real. 
¿Qué se marca? Se marca qué ha sido para cada uno lo importante, lo a resaltar para arribar a las conclusiones. Y una discusión ¿es o no necesario que la clasificación sea segura? Hay el sí y el no y hay otra respuesta que no es el sí o no. Es de la que voy a tratar de dar cuenta en este comentario. 
Eric Laurent retomó la marca que J. -A. Miller había trazado un momento antes en “La bolsa de los inclasificables”, pag. 402, cuando en la complejidad de la epistemología y la historia de las clasificaciones, introduce a Lévi- Strauss en serie con Freud y recomienda “No fascinarse con el tótem, la relación afectiva con el tótem: es una cuestión de lógica.” y más adelante, “En la clínica hay un momento nominalista, es ese en el que recibimos al paciente en su singularidad, sin compararlo con nadie, como lo inclasificable por excelencia. Pero hay un segundo momento, el momento estructuralista, en que lo referimos a tipos de síntomas y a la existencia de la estructura.” 
Eric Laurent dirá que la intervención de Miller aclara el final de un texto de Lacan decisivo sobre la clínica: “Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos” ; es un texto complejo, difícil, tanto que Lacan lo autocomentó , y Miller y Laurent nos ayudan a entender elucidándolo. 

Voy ahora al párrafo de Éric Laurent en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408.
"Lacan parte del nominalismo: el cifrado del goce es siempre singular. Después pasa al realismo de las estructuras, y denuncia allí una ilusión: una vez que se ha clasificado a los sujetos en una rúbrica, uno se equivocaría si tomara esto por una clase con un sentido común. La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor." 

Como se dan cuenta es un párrafo de una enormidad sintética.
¿Qué es el nominalismo?
¿Qué entender por cifrado? ¿Y del goce? 
¿Por qué decir que es siempre singular?
¿Por qué decimos que las estructuras son realistas? y ¿Qué implica la ilusión, la equivocación, denunciadas como resultando una clase con un sentido común? 

Aun si pudiésemos responder a todo esto nos faltaría explicar la afirmación sorprendente de la vía por la cual esto puede lograrse en una obra clínica como la que estamos trabajando, en la que se trata de conversar sobre los casos de la clínica efectivamente sostenida por quienes la han puesto a cielo abierto expuesta, y expuestos.

¿La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor? 
Éric Laurent dice que la transferencia es nuestra herramienta epistemológica, la única. 

Si la disciplina del comentario se detiene en el detalle de un párrafo elegido dentro de un capítulo para "hacerlo responder por las preguntas que nos plantea", se demora en la lectura, en la elucidación del sentido y la referencia, no se priva de aportar las variaciones sobre el mismo tema en otros momentos de la enseñanza o de la obra de la que se trata y es la perspectiva "micro". Entonces quiero decirles que aún con toda la disciplina que pudiera imponerme, encuentro rápidamente lo imposible en la tarea. 
Voy a simplificar el problema, haciendo como dice Lacan que le enseñó una amiga respecto de la ciencia, que “siempre lo consigue”. Lacan afirma que esa mujer encantadora le repetía “Al hombre nada le es imposible; lo que no puede hacer, lo deja” y nos enseña así a no hacer lo que hace la ciencia, que es “… segura porque siempre hace lo que promete, porque no autentifica nada mientras no esté segura; y allí donde no está segura, no autentifica nada.” 
Dicho esto, una cosa podemos asegurar: si fuésemos científicos no podríamos atender -con alguna posibilidad de dar respuesta- en este Servicio de Salud Mental y en ningún otro, a ningún paciente.
Voy a ayudarme con Miller, con el último Miller, para intentar en lo inseguro, avanzar.

Voy a puntuar algunas afirmaciones de la clase de su Curso L a O r i e n t a c i o n L a c a n i a n a, “Tiemblan Las columnas del templo”, del 23 de mayo de 2007, recientemente traducida por Silvia Baudini. Allí nos habla de cómo el último Lacan destruye cual Sansón las columnas del templo sobre el que se sostenía el psicoanálisis y su propia enseñanza. 
Las columnas a las que se refiere son: la palabra, la comunicación, y la necesidad con su correlato de imposibilidad. 

No voy a entrar en toda la complejidad de esta clase que les recomiendo para retomar en los grupos de investigación, sino puntuar algunas cuestiones al modo de noticias sobre el movimiento de elucidación que Miller plantea abordando la enseñanza de Lacan en una lectura retrospectiva que actualiza las consecuencias de la última parte de la misma, en relación a los problemas cruciales actuales de la práctica psicoanalítica.

Plantea como una consecuencia de esta operación lacaniana: “… que sólo tenemos que hacer (…) en la oscuridad, y no en la luz. Esto introduce el psicoanálisis como una práctica a tientas, muy lejos, a la inversa, de esta imagen del psicoanálisis como algoritmo, que era la imagen dada por la “Introducción” de “La carta robada”, y que prometía una operación interpretativa, en el fondo plena de seguridad, inflada de una arrogancia cientista.”

Podríamos decir aquí, la arrogancia de prometer la disciplina del comentario a una síntesis en cuatro renglones en la que Éric Laurent resume el camino que a Lacan le llevó casi una vida recorrer con su enseñanza.
Y sigamos aún, más, avancemos a tientas con Miller…

“Es a partir de la promoción del goce en la enseñanza de Lacan que la referencia a la comunicación, que el esquema L o el grafo del deseo sostenían, comenzó a disolverse – el goce se tornó un disolvente conceptual - y eso se comprende porque, digámoslo así, el goce no comunica.”
Y Miller recuerda el paradigma del goce en Lacan, “…de las mujeres con su goce: ellas no dicen nada de eso, no saben decir nada de eso.” 
No que no quieran, entiendo con Lacan y Miller, es que no saben, aunque algunas como Marguerite Durás, en El hombre sentado en el pasillo, logran, no decirlo pero sí escribirlo. 

Podemos decir que este es un texto que se inscribe en la literatura erótica femenina, y articula algo de lo indecible de un sentido que escapa a la comprensión, como se nos escapa a nosotros de nuestros pacientes el sentido de su satisfacción sintomática. 

Por supuesto que es muy necesario entonces estudiar y mucho acerca de lo que es posible cernir del sentido de los síntomas, de los goces que articulan allí un sentido para quien padece, conocer los caminos de formación de síntomas, el deseo y su satisfacción en relación a los sueños, los lapsus, el chiste, las formaciones del inconciente, para saber de qué columnas nos habla Miller cuando dice que son las que han sostenido el psicoanálisis que Freud inventó y que Lacan enseñó en lo que conocemos como su primera enseñanza -para retomar el rumbo que algunos post-freudianos habían perdido.
No hay manera de entender cuáles son las columnas del Templo que Miller nos dice que Lacan derriba en su última enseñanza, sino pasando por allí, como Lacan mismo pasó con su retorno a Freud. 

Si, como nos enseña Miller “El sujeto se constituye como excepción a la regla, y esta invención o reinvención de la regla que le falta, [la regla de la relación, de la satisfacción sexual] la hace bajo la forma del síntoma.” Y “… por supuesto que hay síntomas típicos, pero, aunque tengan la misma forma, cada uno es peculiar, particular” . Nos es necesario no ir de la “a, a la z”, sino en la lógica propia del psicoanálisis ir del porvenir al pasado, para poder modificarlo. Tendremos que estudiar de qué se trata en la última enseñanza de Lacan cuando habla del “síntoma”, así en singular. Y tendremos que abordar las fórmulas de la sexuación, que Lacan elabora entre los Seminarios 19 y 20, para seguir a Miller cuando hablando de la caída de las columnas del psicoanálisis “La palabra”, “La comunicación” y “La necesidad”, hace una referencia a ellas y del lado femenino. 

”En todo caso, para Lacan, es el paradigma de la relación al goce: de ese lado, [del lado femenino de las fórmulas de la sexuación] eso no habla. Por el contrario, sin duda, del lado del amor, eso habla, habla y conduce a las mentiras de lo simbólico.” No hay diálogo entre lo sexos debe entenderse, dice Miller, a un nivel que apunta al goce que no comunica.
Eso hace concebible -y es el recorrido que trato de mostrarles- que no hay diálogo entre las clases, que un obsesivo no pueda dar el más mínimo sentido al discurso de otro obsesivo. De la misma manera – como nos enseña Eric Laurent - entre sujetos histéricos, no hay un sentido común del cuerpo del que hacen la experiencia; aunque ambos neuróticos puedan inscribirse realistamente -el real está allí- en la misma estructura. Y también en esas dos clases irreductibles los hombres y las mujeres, con las que nos tenemos que ver en la clínica cotidiana y averiguar más allá de la anatomía, en cuál de estas dos clases se inscriben. 
Es indispensable entonces antes de meter en una clase a un paciente haber atisbado al menos las condiciones que rigen su vida amorosa u erótica. Laurent nos enseña que “… no se conoce en la clínica el sentido que tiene el amor para cada sujeto más que experimentando la repetición en la transferencia. Para uno, amar quiere decir tratar al ser amado con una radical falta de miras, puesto que su amor autoriza todo. Para otro, querrá decir que tiene tantas miras con su objeto, que no puede más que dejarlo esperando en su pedestal, puesto que su amor no autoriza nada. Finalmente, para otro, es aquel que ama el que tiene que sostener todo el peso del deseo.” Y que “…en la clínica psicoanalítica los lenguajes, las significaciones, el componente semántico en general, nada está tranquilo. Hay combate, batalla, pasión.” 

Si la única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor, y decimos que la transferencia es nuestra herramienta epistemológica, la única, es allí, en la transferencia, si logramos instalarla, que tendremos una oportunidad de saber algo que valga como categoría diagnóstica en psicoanálisis. 

Miller nos cuenta en la clase mencionada, que del amor Lacan pudo decir que era siempre recíproco, habiendo recibido la fórmula de uno de sus amores de juventud, pero que no dirá, salvo para hacer reír, que el goce es siempre recíproco. 
Y por lo tanto, la promoción en la enseñanza de Lacan de la categoría del goce va contra la comunicación, sacude las columnas del psicoanálisis tanto freudiano como del Lacan clásico. 

Ya no vamos a entender, ya no podemos comentar con disciplina, el goce invade e indisciplina nuestra práctica tanto como a nuestro saber, es el verdadero inclasificable de la clínica, aceptar este límite es un gay saber, es la alegría psicoanalítica de los chapuceados que en su pasión por la ignorancia consiguen recoger las categorías inventadas en la contingencia de la práctica, como en el caso de la nebulosa a porfía de la depresión y la impotencia del DSM, que sólo sabe repetirse, y que nunca podrá encontrar una “pestaña en el desierto” . 

Creo que como el toro de Magritte, el sentido de la clasificación yace avergonzado, está representado a la orilla de un mar (…) y en la rivera del síntoma descansa herido, se vuelve hacia nosotros a veces, se nos entregará quizá si sabemos ser incautos de las mentiras del amor, del amor al síntoma, el síntoma que Lacan sitúa en su última enseñanza entre angustia y mentira. 


Laurent, Eric: “Estabilizaciones en las psicosis” Editorial Manantial, Argentina, 1989.

Dri, Ruben, “Teologia politica de Santo Tomas” en La filosofia politica clasica. De la Antiguedad al Renacimiento. Comp. Boron, Atilio A., EUDEBA, CLACSO, Bs. As., 2000.
La disputatio 
El método que utiliza Santo Tomás , la disputatio, consta de los siguientes pasos: 
a) En primer lugar S. Tomás propone el tema a discutir, introduciéndolo con la preposición condicional “si” -utrum-. 
b) En segundo lugar, plantea las aparentes contradicciones que obstaculizan la tesis del autor y las opiniones que se han sostenido en contrario, con esta introducción: “Parece que no” -videtur quod non-. Ocupa el lugar que Aristóteles les asignaba a las aporías y a las opiniones de los pensadores anteriores a él sobre el tema en cuestión. 
c) En tercer lugar, S. Tomás coloca una opinión favorable a su tesis, introduciéndola con un “sin embargo” -sed contra-. De esta manera se introduce la dialéctica. Hay dos opiniones enfrentadas sobre las cuales el autor debe decidir. 
d) En cuarto lugar viene la parte central, la respuesta que S. Tomás da al problema planteado. La respuesta es introducida con un “respondo diciendo que” -respondeo dicendum quod-. Aquí Tomás da la solución, apoyada por los argumentos más fuertes. 
e) En quinto lugar, va respondiendo a cada una de las dificultades enumeradas en b) “A lo primero, por tanto, diciendo que” -Ad primum ergo dicendum quod-. Muchas veces se ubica en esta parte argumentos de verdadero peso que no tuvieron lugar en la parte central. 
Marc Fumaroli, Trois institutios littéraires, pag. 364.
El arte de la conversación, René Magritte 1950, ver en http://www.magritte.be/en/galerie.html

Lacan, J., “Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos”, en Uno por Uno Nº 42, EOLIA-PAIDÓS, Bs. As., 1995. 
Lacan, J., “Autocomentario”, en Uno por Uno Nº 43, EOLIA-PAIDÓS, Bs. As., 1996. 
Lacan, J., ibidem pag. 15. 

Miller, J. –A., Curso L a O r i e n t a c i o n L a c a n i a n a, “Tiemblan Las columnas del templo”, del 23 de mayo de 2007, Traducción, Silvia Baudini en http://ampblog2006.blogspot.com/2007/05/jacques-alain-miller-curso-del-23-de.html 

Miller, J.A., “El ruiseñor de Lacan”, en Del Edipo a la sexuación, ICBA, Paidós, Bs.As. 2001, pags. 260-261

Laurent, Eric, “Psicoanálisis y lingüística: Europa, traducción y exclusión-la fuerza de una ilusión”, en El caldero de la Escuela Nº 64, publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Bs. As. 1998. 

Merlet, Alain, “Último todo de palabra” su intervención en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408-9.
Hervé Castanet, "Un sujeto en la nebulosa", en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 209 a 212.
Naveau, Pierre, “Historia de ojo” y “Conversación sobre una pestaña”, en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 259-263 y 368-80.


III ENCUENTRO AMERICANO-XV ENCUENTRO INTERNACIONAL DEL CAMPO FREUDIANO.III ENCUENTRO AMERICANO-XV ENCUENTRO INTERNACIONAL DEL CAMPO FREUDIANO.

La variedad de la práctica: del tipo clínico al caso único en psicoanálisis

SUBTEMA 3- Variedad de los síntomas, unicidad del tipo clínico
       
           Título:     Variedad de respuestas clínicas al malvivir de la época


Institución:
Hospital Central de San Isidro
Servicio de Salud Mental
Jefe de Servicio Dr. Guillermo Belaga


Autores
Carolina Alcuaz
Marta Coronel
Nilda Hermann (Relatora)
Leonardo Itzik
Lucas Leserre


Varidad de respuestas clínicas al malvivir de la época

Introducción- Hipótesis
El tema nos abrió la vía para exponer la organización de nuestros dispositivos asistenciales y evaluar si responden al tipo clínico, a la variedad o la singularidad del síntoma. Verificando lo propiamente analítico en los efectos terapéuticos rápidos logrados en los tratamientos del Servicio de Salud Mental de un Hospital Público, en el que sostenemos una práctica analíticamente orientada.

J. A. Miller, nos habla del arte del diagnostico, cuando pensamos un caso sin reglas pautadas con anterioridad: “El sujeto se constituye como excepción a la regla, y esta invención o reinvención de la regla que le falta, la hace bajo la forma del síntoma. Por supuesto que hay síntomas típicos, pero, aunque tengan la misma forma, cada uno es peculiar, particular”
Considerando el síntoma en sus dos vertientes, la del sentido y el goce opaco, podemos leer su función. El movimiento producido por Lacan pone el acento sobre lo real incluido en el síntoma, más que sobre el sentido, cambia la concepción de los “síntomas típicos”, y esto puede verificarse tanto en las curas que dispensamos como en los dispositivos, siempre en revisión.

Las respuestas clínicas
En las viñetas que producimos se articulan nuestras respuestas clínicas. El modo singular en que organizamos la incidencia busca promover que el sujeto, a partir de su síntoma pueda hacerse de una solución, durará lo que dure …, será siempre a porfía del empuje al malvivir de nuestra época.

Incidir sobre la envoltura formal del síntoma. Los efectos terapéuticos rápidos y la pequeña invención
1ra.Viñeta clínica –Dispositivo Talleres- El Sr. M en Taller de música
Su estado maníaco le impide compartir cualquier actividad: interrumpe el canto -por la fuga de ideas- habla sin parar y otorga un sentido sexual a las letras escritas no compartido por sus compañeros. Su humor oscila entre la alegría y la tristeza volviéndose colérico en el intercambio de opinión con otros pacientes. Cierta excitación corporal le impide permanecer adentro del consultorio.Apelamos a las secuencias temporales propias de la música- el tempo, el ritmo, los silencios- a los coros, a las alternancias entre voces. Interpretar una canción de un dúo famoso sobre peleas entre hombres y mujeres, llevó la pelea imaginaria a otro nivel. 
Se buscó qué detiene, ancla, hace de lastre, tanto en su discurso como a nivel del cuerpo.
Al tiempo M. pudo compartir una actividad, y disminuir la exaltación del humor logrando un lazo más amistoso con sus compañeros. La agresividad imaginaria se regula apelando a normas de convivencia en el taller que proponen un orden simbólico para todos.
A nivel del cuerpo logra una pequeña “invención”, sin corregirle su manera de sentarse, la tomamos como solución a la inquietud corporal: ya sea en el piso agarrado a un almohadón o sentado en el respaldo de una silla, M. fijó su cuerpo a un espacio compartido.

2da. Viñeta clínica- Dispositivo Admisión
En Cardiología consideran que F. tiene una enfermedad psicosomática, sufrió un infarto de miocardio y debe modificar sus hábitos de vida.
Tiene 45 años y trabaja con sus hermanos. El admisor se asombró de que todos los hermanos trabajen juntos, él dice: “somos demasiado pegados entre nosotros”. Se marca el “demasiado”, dice que ellos tienen que verse para saber que están bien, ya que “la palabra no sirve”.
Es soltero, vive con su padre, también cardíaco. Su madre murió, de un infarto sin manifestar dolores porque “en esta familia es una tradición que el trabajo está antes que cualquier otra cosa”.
Relata su infarto: “Cortando la ligustrina sentí cansancio y busqué robarle adrenalina a mis hermanos para recuperar energía, me pasaba el frío y el calor, como si el viento me pasara de largo, entré a casa y me acosté”. Para F. el robo de energía, “Es un recurso de vida o muerte, cuando uno llega al límite de las fuerzas usa la energía del otro.”, lo aprendió de su padre que armaba peleas con sus hijos con ese propósito.
Sus hermanos llevaron a F. al hospital y allí fue operado.
Se le señala que sus hermanos no vieron lo que le estaba sucediendo, hasta que pasó.
En otra entrevista, dice que fue a nadar como antes del infarto y se dio cuenta que no es lo mismo. Antes él buscaba el límite y no había límites, sabía que tenía un resto. Ahora calcula otras cosas, empieza a tener miedo al calambre.

El saber hacer del analista, la formación del practicante
El psicoanálisis aplicado a la terapéutica es la respuesta que damos una demanda a veces inespecífica, en ella se articulan los lazos que el Servicio promueve al sostener su oferta con otros discursos, en este caso el médico, la eficacia a distancia de los protocolos requiere del practicante la imposición de Freud, que el psicoanálisis se ponga en tela de juicio en el análisis de cada caso , y la de Lacan “El analista, en efecto, no podría adentrarse en ella [su propia formación] sino reconociendo en su saber el síntoma de su ignorancia” 

3ra.Viñeta clínica- Dispositivo Interconsulta
Un médico solicita que investiguemos la relación simbiótica entre una paciente internada y su marido, ella padece esclerosis múltiple, está cuadripléjica, ciega y con una traqueotomía. 
1º entrevista 
R. impide la 1er. entrevista con la paciente, la tenemos con él. Dirá “Estamos internados desde…”, duerme allí y se ocupa de los cuidados, la acompaña en la enfermedad desde que ella era muy joven, sólo su hija puede dedicarse a “hacer su vida”. 
2º entrevista
Encontramos a R. “higienizando” a su mujer. La intervención fue interrumpir, indicar que tape su cuerpo desnudo y dejarnos a solas con ella. Reticente a salir, dice “esta enfermedad no te da tiempo”.
Ella dice: “Mi marido está muy nervioso, no me entiende” y pide ver a su hija. No quiere más que eso.
R. pregunta si estamos para ayudarla o hundirla. Respondemos -pidió ver a la hija; dirá “La hija le cambia la cara”. R. se ocupa del trabajo sucio, es su misión, llevándola a cabo será recompensado. Es “duro de matar”, si ella muere… Hace el gesto de disparar a los terapeutas y luego el de dispararse. Dice que no tiene sexo con su esposa desde hace años, se le ofrece hablar de ello, no accede.
Perturbar la defensa es incidir sobre el goce opaco incluido en el síntoma
La rectificación subjetiva, es una estrategia frente a los contragolpes agresivos de la caridad, tan vigentes como la frase freudiana “No hay nada más costoso en la vida que la enfermedad y… la estupidez”. 

4ta.Viñeta clínica- Dispositivo Admisión 
Alicia, no saluda y larga palabras. Así no puede más, se va a matar, no sabe qué hacer, quiere que la ayuden.
Su marido la engaña: “Soy una tarada, una tonta, todos estos años y no sabía nada. No sé que decisión tomar con él”. Los hijos le dicen que se vaya de la casa. Se le pregunta si habló con un abogado, y extrañada responde “para qué”.
Él nunca le dio nada. “Ni lavarropas tengo; supuestamente él no tenía dinero averigüé, tiene cuentas en bancos, bonos, compró un auto. Mire lo que es, me caí, me rompí los dientes, no me dio plata para arreglármelos. Sospechaba de él, hace años que no tenemos relaciones sexuales. Tendría que buscar trabajo, independizarme de él, no lo hago, no sé que hacer”.
Hace poco murió su madre, sufría esclerosis múltiple: “La tenía que limpiar, bañar. Después que murió, me enteré que era adoptada. Yo sospechaba…, después fui atando cabos”.
Cuánta sospecha, acota el admisor. A. se queda callada.
2da. entrevista
A entra, no saluda, no entiende por qué no se va de la casa. Algo nuevo aparece: “…me da lástima que se quede solo, pobrecito”. Una lástima que no puede explicar. No decide, amparándose en su taradez.
-“Basta con que es una tonta, tiene que haber algo más que la ate a estar con él”, se interviene. A. responde: “no sé, no entiendo para qué sigo estando ahí, no me da palabras”.
-“Necesita estar con alguien que no le dé”, se le dice. Saluda con un beso, dice gracias, y se va.
3ra. entrevista
A se siente mejor. Tiene abogado, inició el divorcio, sus hijos quieren conocer al terapeuta.
A modo de conclusión y apertura para el debate
Entre el realismo de la estructura, el tipo clínico y el caso único, nos interrogamos cada vez por el estatuto analítico de nuestros diagnósticos y efectos terapéuticos, los vinculamos a la incidencia sobre la envoltura formal del síntoma, apostamos a abrir otra vía, limitada: no hay bautismo posible del goce y sólo se es responsable en la medida de un saber hacer a disposición.
Así, de una Manía el Dispositivo Red-Talleres, suplementando a la psicoterapia y al tratamiento psiquiátrico, alojó al Sr. M. Quien allí, no sin otros, inventó un sitio para anclar su cuerpo.
De un enfermo Psicosomático derivado para que modifique sus hábitos de vida, a una Psicosis con fenómenos corporales, ponemos en acto la diferencia entre la gestión administrativa y una clínica de la admisión, allí F. un joven enérgico, fabricó un miedo como experiencia inédita en su vida.
Practicantes del Dispositivo de Interconsulta consideraron inespecífica la demanda de tratar una Simbiosis, decidieron incidir sobre el goce obsceno del Sr. R, él rehusó la oferta de medirse con la castración.
Con Alicia-en el país de la privación , creemos haber “tocado” su modalidad de goce perturbando la defensa ¿Es una rectificación subjetiva? Creemos que sí.
Los dispositivos son respuestas-tipo siempre en revisión, nuestra brújula es la función partenaire-síntoma , su fuerza es la pasión de una transferencia de trabajo nunca en reposo, un estilo de vivir la pulsión donde se comparte con otros el gusto por la práctica del psicoanálisis.

Bibliografía general

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viernes, 8 de junio de 2007

INVESTIGACIONES EN EL DISPOSITIVO DE PRESENTACIÓN DE ENFERMOS.

INVESTIGACIONES EN EL DISPOSITIVO DE PRESENTACIÓN DE ENFERMOS.

Autores: Virginia Walker, Raúl Solari, Ignacio Penecino, Emilio Vaschetto

El marco

Las presentaciones de enfermos en el Hospital Municipal de San Isidro se encuentran enmarcadas dentro de los dispositivos con que cuenta el servicio de salud mental. Esta actividad se desarrolla con una frecuencia mensual desde el año 2001.Los pacientes que se presentan en este espacio y que son entrevistados por el Dr. Guillermo Belaga, se encuentran en tratamiento ambulatorio conducido por profesionales del servicio. Cabe destacar que se trata de un hospital general que no cuenta con internación psiquiátrica.
Dado que se trata de un servicio que se sostiene y en el que se apuesta a la comunidad de trabajo, una parte no menos importante de los efectos de este dispositivo es la resonancia que posee en cada uno de nosotros.
Es así que desde el comienzo nos encontramos con la inquietud y el interés de formalizar e investigar dicho dispositivo como así también el producto de esa experiencia..A partir del año 2003 nos decidimos a conformar un grupo de investigación con este objetivo.Lo que sigue a continuación es una apretada síntesis de una tarea sostenida en el tiempo, por un deseo y una política, dentro del psicoanálisis de orientación lacaniana, en una institución pública de salud.

El lugar de lo nuevo

En nuestras presentaciones de enfermos, la elección del paciente corre por cuenta de los analistas del servicio de salud mental. Son pacientes que están en tratamiento ambulatorio y es desde allí que se cursa la invitación, cada vez.
Invitación bajo la forma de propuesta, que privilegia la posibilidad de que el paciente diga lo que tiene para decir frente a un interlocutor éxtimo, en un encuentro único, ante un auditorio respetuoso y silencioso.
El sujeto en cuestión –ya que siempre contamos con una hipótesis de sujeto- es invitado al espacio, considerando que pueda serle útil. Cuestión que se verificará, o no, a posteriori por el propio analista, en la dirección de la cura.
A nuestras presentaciones de enfermos las pensamos a partir de la estructura del Witz, como un dispositivo a construir y es eso lo que estudiamos: si se constituyó o no como Witz. Se invita al paciente a tomar la palabra de un modo singular, algo a lo que no está habituado, ya que él, por estructura, es tomado por la palabra -el sujeto ha perdido la propiedad privada del pensamiento para ser destinatario de los significantes que lo señalan singularmente. No pensamos, desde luego, que el psicótico pueda realizar un Witz como formación del inconciente, ya que su manifestación se encuentra bajo la égida del nombre del padre. Más bien, buscamos en esta técnica significante que sea producida en un circuito “transindividual” de circulación de la palabra.
De tal manera que la estructura de la presentación-Witz podemos resumirla del siguiente modo:
-el paciente (A) habla de lo que se le impone (C) frente a (B) entrevistador y auditorio
áfono.
-mientras que lo habitual en el sujeto psicótico es que C habla en A. Si él es por estructura, objeto del goce del Otro, al conformarse el artificio de la presentación de enfermos, pasa de ser objeto a testimoniar como sujeto ante un interlocutor y un público que sanciona como Otro lo que tiene para decir del objeto.

Freud en su conocido texto de 1905 nos permite diferenciar lo cómico del chiste, del Witz, de la agudeza en el decir, e inscribirlo como proceso social: “Cada chiste requiere su propio público”
[1]. El trabajo del Witz es inseparable del atrevimiento de comunicarlo a otra persona, ya que nadie puede satisfacerse con contárselo así mismo, cosa que no se encuentra en lo cómico. Freud escribe: “el proceso psíquico de la formación del chiste no parece acabado con la ocurrencia de él; todavía falta algo que mediante la comunicación de la ocurrencia quiere cerrar ese desconocido proceso.” Y se pregunta: “¿por qué no río de mi propio Witz? ¿Y cuál es aquí el papel del otro?”. El Witz como juego con las propias palabras y pensamientos prescinde del objeto, pero ya en el punto previo de la gracia, sí ha logrado pasar los desfiladeros y entredichos de la razón, requiere de otra persona a quien poder comunicarlo. Ahora bien, esta segunda persona del Witz no corresponde a la persona objeto, sino a una tercera persona. En el Witz se trasfiriere a la otra persona la decisión de si el trabajo del chiste ha cumplido su tarea, en donde el juicio sobre el dicho, terminará en el otro. El proceso psíquico del chiste se consuma entre la primera persona (el yo) y la tercera (la persona ajena), y no como en lo cómico entre el yo y la persona objeto. Produciéndose un resto: lo dicho. Que ya no es ni de uno solo, ni del otro solo, sino de la comunidad.
Más de cincuenta años después Jacques Lacan continuó sosteniendo esta tesis en su seminario “Las formaciones del inconsciente”: Diciendo, en ese momento, “no hay chiste que no sea particular, no hay agudeza en el espacio abstracto”, hablar de particular es estar dentro del orden de la vecindad, en donde se comparte un lenguaje y referencias. Y que no sea en el espacio abstracto habla de una limitación del Otro. Facilitando algo que es del orden del reconocimiento no del conocimiento, en donde el Otro con su sanción afirmativa, su consentimiento, permite que el Witz sea consumado, encuentre su recorrido.

La presentación de enfermos es un artificio que tiene que verificarse uno por uno. No se trata de un armazón natural, en donde va de suyo que alguien convocado a hacer uso de la palabra o dar su testimonio, venga a manifestarse como sujeto. Más aún, puede que algunas veces el invitado haya pasado por allí sin quedarse con nada.
Incluso, a veces es esperable que falle, que no colme las expectativas, para que se articule una diferencia con el saber de la doxa.
Como artificio es quizás la posibilidad de vehiculizar algo de lo nuevo o de hacerle un lugar. Ahora, ¿cómo pensar “lo nuevo”? Quizás, como algo nuevo en el decir. Y es por eso que nos atrevemos a invitar a alguien a hablar, considerando la posibilidad de que pueda ubicarse de otro modo frente a sus dichos.
Sabemos que el Witz como metáfora implica otro modo de decir, y es en este artificio brindado en el marco de su estructura, donde se promueve que el paciente pueda servirse de eso.
El nombre del padre es una función que no sólo representa la ley sino que hace lugar a la excepción. No contar con el nombre del padre es no contar con un punto de basta, sino con un puro deslizamiento metonímico, frente a lo cual el sujeto se encuentra con un “dejate de hablar solo”, o se lo rotula con el “estás loco”, o bien, sencillamente , no se lo escucha.
Que no haya Padre en la estructura es solidario de: no hay antecedencia.
Él sabe que algo que le concierne, posee la certeza de que le está dirigido, pero sabe también, que muchas veces no hay lugar para eso, para que sea escuchado.

La aparición del tiempo

Tenemos dos ejes temporales en el tránsito institucional de nuestros pacientes. En la diacronía, donde se inscriben el tratamiento individual, la circulación por el espacio de los talleres, la consulta psiquiátrica, etc., irrumpe como sincronía, la presentación de enfermos. Lo cual hace que puedan capitalizararse allí sus efectos.
Tal es el caso de un paciente, al que llamaremos Basaglia, quien a esta altura su nombre para nosotros se ha transformado en un significante, que en relación a otro significante “presentación de enfermos”, localiza un sujeto.

Basaglia refiere que todo empezó en el 83’ con la llegada de la partida de nacimiento de su abuelo. Desde allí “el tema de la familia” comienza a ser “un tema complicado”. Quedó de manifiesto que el uso de su apellido llegó a tener un peso tal que evitaba el deslizamiento de la significación. Si bien se remite al año 83’, momento donde empiezan a “pegársele” las publicaciones de los diarios en relación al apellido, el espacio de la presentación proveyó, gracias a su estructura, el esclarecimiento formal en la emergencia de los fenómenos iniciales (lo elemental como inicial). Una palabra proferida en su adolescencia, “batalla”, se le impuso en tanto significación enigmática desplazándose metonímicamente hacia el apellido que porta el paciente: “de adolescente iba a buscar al diccionario ‘batalla-Basaglia’, ahí había algo... lo pienso ahora a raíz de lo que pasó”.

Hay lo real, el vacío enigmático y el concernimiento en ser designado por esa palabra que empuja a este sujeto a toda una genealogía delirante -como aquella “virtualidad de creación positiva” que mencionara J. Lacan- puesta de manifiesto en el testimonio. Ante la ausencia de un fundamento en su ser, producto de una falla estructural, el paciente está conminado a dar cuenta, certeza mediante, de un neo-nombre del padre: Basaglia.
Luego de su primera presentación, un año más tarde, él quiso volver para otra cosa después de haberse servido de ese espacio. Resultó para nosotros sorpresivo el modo de hacerse un lugar. Ubicando en la presentación anterior dicho neo-Nombre del Padre, volvió en esta oportunidad para verficar(se) lo que funcionó ulteriormente como suplencia.
Pudo contar así con lo anterior. Lo anterior como uno y entonces este nuevo encuentro, donde el paciente contaba con un escrito para-biográfico, como otro.
El sujeto expresó:

“... ustedes son mi familia, ahora tengo otra historia que contar. No sé si suena verdadera pero es la que me sirvió a mí.”

El sujeto enseña, que aunque no figure nuestro nombre en su árbol genealógico o el suyo en el nuestro, se trata de darle crédito y de hacérselo saber. De algún modo.

En contrapunto con lo mencionado, otra presentación, Tamara, nos enseñó, debido a la modalidad que imprimió el discurso de la paciente, que no solamente el delirio es un intento de estabilización del significante y el significado (efecto metafórico) sino que también el mismo puede ser una metonimia al infinito.

La paciente T. inicia el relato desde una prehistoria o una historia familiar de la cual ella aparece desafectada. El dato ilustrativo más ostensible fue que la escucha misma se vio trastornada, fundamentalmente al tratar de situar un comienzo en su padecimiento – o bien alguna escansión discursiva a partir de lo cual se pudiera solicitar una respuesta.
Tamara sin embargo sitúa un momento de perplejidad ante lo cual se interpone un afecto: “remordimiento”, lo llama. Esto aparece luego de la muerte de su padre, momento de deslocalización del goce a nivel del cuerpo que tuvo sus consecuencias en una primera internación.
Esta ruptura o discontinuidad, no le permitió reconstruir un mundo –como a Basaglia- sino más bien ser desplazada en él, poniendo de manifiesto un trastorno generalizado del aparato significante y la imposibilidad de situarse en una cadena discursiva, aunque más no sea por la vía alucinatoria.

Fragmentos de discurso o el acto performativo en el coloquio

Todo partió de este principio: no se debía reducir lo amoroso a un simple sujeto sintomático, sino más bien hacer entender lo que hay en su voz de inactual, es decir de intratable. De ahí la elección de un método “dramático”, que renuncia a los ejemplos y descansa sobre la sola acción de un lenguaje primero (y no de un metalenguaje). Se ha sustituido pues la descripción del discurso amoroso por su simulación, y se le ha restituido a este discurso su persona fundamental, que es el yo. De manera de poner en escena una enunciación, no un análisis. Es un retrato, si se quiere, lo aquí propuesto; pero este retrato no es psicológico, es estructural: da a leer un lugar de palabra: el lugar de alguien que habla en sí mismo, amorosamente, frente a otro (el objeto amado), que no habla. Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso. Siglo veintiuno editores.1998.

Para eso que no tiene medida temporal, vale decir que se emancipa de las propiedades de la cadena significante, hemos podido verificar ciertos efectos de construcción en el acto mismo de la presentación, casi de una manera performativa. Desde la sanción de un acontecimiento singular por parte del presentador, o ante la pregunta “¿desde cuándo?”, nos hemos encontrado con el juicio de existencia atribuido en el instante puntual de la presentación. Es lo que permite ubicar un antes y un después como escansión temporal, a lo que se presentaba como un “desde siempre”.

La siguiente presentación, tiene como particularidad el estar articulada junto a otros dispositivos en el entretejido de la red del servicio, esto quiere decir que los efectos que pudieron colegirse en la misma se derivan de esta trama.
De tal manera pudimos señalar tres momentos que dejaron sus marcas en el cuerpo de la sujeto y en su narrativa.
1. La llegada al tratamiento: desvitalización, asubjetividad, ausencia de demanda o prevalencia de la demanda psiquiátrica.
2. Inserción en la red de talleres y primer testimonio en la presentación de enfermos: vivificación, aparición de un rasgo que le permite circular en el dispositivo (coleccionista de fotos raras).
3. Segunda presentación: “la confesión”, fragmentos de un discurso amoroso.

Nadia, responde en forma entusiasta ante la propuesta de dar su testimonio en una sala repleta de profesionales que están allí para escucharla respetuosamente. Iniciada la conversación comienza a dar versiones de lo que fueron sus desestabilizaciones. Expresa de que luego de que su marido la deja se deprime –aunque a decir verdad, ya se encontraba en ese estado con el nacimiento de su hijo, unos años antes. Nadia “era una de esas personas que pensaba que el matrimonio era para toda la vida”. Seguidamente ella va construyendo su historia a medida que avanza la interlocución: discusiones sobre la crianza de su hijo habían desembocado en la separación, luego ella se había abandonado y consecutivamente abandonado su hogar; relata haber estado bloqueada en aquella oportunidad, sin saber qué hacer de su vida sin su marido.
Una “depresión abandónica” como ella lo expresa señala el punto de desafectación corporal y el instante de perplejidad, en oposición a su “apego” a otras personas, inicialmente la madre, luego su primo y por último su marido.
La inserción del dispositivo de la presentación de enfermos dentro del circuito en red junto a los talleres y al tratamiento individual nos permitió calibrar los efectos. Un buen día, Nadia concurre al tratamiento individual anunciándose como “Nadia de R”. Su presentación era francamente melancólica. Es que su vida ya no tenía sentido. El cambio del “noventa por ciento”, tal como ella lo mensuraba a partir de su inserción en los talleres, amenazaba con retrogradar. Ahora ella se nominaba como el objeto de desecho que queda como resto de su pasión amorosa. Su marido la había dejado y por lo tanto ella, en un dolor fuera del tiempo, sentía que no podía seguir. Su amor se manifiestaba proporcional al dolor de existir que subyacía en su ser. De todos modos, había un cambio narrativo en ella. Pasó de ser una paciente con un relato empobrecido y pueril (como lo fue al inicio del tratamiento), o bien “la que coleccionaba fotos raras” (segundo momento del tratamiento), a poseer una retórica pasional.
Se le subrayó desde el tratamiento el haber “enloquecido de amor”.
De esta manera, la propuesta desde el tratamiento y en articulación con los talleres fue que escribiera una carta a ese hombre como un modo de aproximación, añadiéndole a la intervención que él no sabía acerca de la causa de su despecho. Es así que la paciente, luego de varios rodeos, se ocupó de esta misiva llegando incluso -en el transcurso de sus peripecias- a burlarse de este ex marido.
Nadia volvió a vivificar su cuerpo y a reestablecer el vínculo con sus compañeros de taller.
Un buen día “confiesa” (en términos de Nadia) una infidelidad en la época en la que estuvo casada. Es a partir de este relato, como acontecimiento, que se le propone una nueva presentación. Allí comenta que su “depresión” hizo que su marido se fuera de la casa y que lo engañó con otro hombre, alguien de la oficina donde ella trabajaba entonces. Dicha depresión, aclara, ante el presentador que era una respuesta frente a la disyuntiva entre querer a su esposo y amar al otro hombre (a quien también se había apegado).
Debemos entender aquí que tal disyunción en la paciente (querer – amar) se halla olofraseada en su matiz estructural. Vuelve a retornar en su relato el significante “apego” encarnando, en su literalidad, la tensión agresiva con el otro: su hijo le pega. Mientras “él quiere una vida totalmente separada”, ella más se aproxima a ese filo mortal que tan bien describe J. Lacan respecto de la relación especular.
Un punto de hallazgo para nosotros en esta presentación quedó explícito en las palabras de Nadia:“yo lo que quería era tener una linda sobremesa, una buena conversación, ...”- podríamos pensar nosotros cuestiones de índole cotidiano familiar-; el entrevistador preguntó: "¿Eso lo pensaba antes o lo piensa ahora? Eso lo pienso ahora" -replicó la sujeto certeramente.

Tal como insinúa el epígrafe de Barthes, la intención con la que se constituye en acto un discurso amoroso (en esta paciente el engaño, el supuesta diferencia entre amar a un hombre y querer al marido, el tener una familia como una especie de ideal de amor romántico) imprime al sujeto una actividad similar a la del bricoleur, como aquél que obrando sin un plan previo, posee las herramientas para hacer un todo con esos fragmentos de universo. Poder construir un mundo de tal manera que pueda vivir en él (Freud).

La urgencia en la presentación

Podemos decir sin temor a equivocarnos, la enseñanza de la presentación de enfermos es una demostración de la inserción efectiva del psicoanalista en la institución.
El testimonio dado por quienes son invitados a ser escuchados ante un público áfono, “aquellos llamados curiosamente enfermos” (Lacan), es tomado en su rigurosidad y saber de la estructura. Estructura que es lenguaje. De tal manera que esta práctica no sólo pone a prueba la doctrina psicoanalítica por sus efectos de sorpresa sino también en la apuesta a una ética de promover en el sujeto una respuesta en singular.
No se trata entonces de un esfuerzo razonante (raison) al que el loco por su parte, muchas veces, parece dar cuenta de hacerlo mucho mejor que nosotros, sino más bien de lo que se trata es de la reson
[2] , es decir, recurrir a algo más allá de lo comprensible, más allá del sentido, algo que queda resonando de la voz en las paredes del hospital, esto es lo real.
El arribo a las coordenadas de desestabilización o de la situación que provocó el desmoronamiento subjetivo durante el coloquio, posibilita al sujeto – lejos de lo que se piensa en algunos ámbitos “conservadores” – un saber acerca de aquello imposible de soportar. Vemos en algunas de estas presentaciones, manifestarse en esa sincronía que es el encuentro mismo, un punto de discontinuidad en el relato donde irrumpen el vacío enigmático que colma de sin sentido la experiencia en su costado de mayor sufrimiento subjetivo. Se corresponde con lo que llamamos, siguiendo a J.- A. Miller, una urgencia semántica. Punto de desacople entre real y sentido que es necesario situar en un primer momento pero también acompañar en su apareamiento intentando alcanzar como resultado un bien decir.
Recordamos el relato de un paciente que, refiriéndose a una fase de encierro luego de la muerte de su padre, comenta el haberse confrontado con la presencia de su madre quien le destilaba frases ante las cuales él quedaba sin respuesta. Punto de detención en la conversación, instante a- histórico con el que el sujeto se ve confrontado a un indecible y momento de inflexión en la presentación misma.

-¿Por qué usted no habló antes de esto?
-”Quizás no quería saber”.
La urgencia como momento de concluir confronta al sujeto con un real descarnado provocando una respuesta antes de que alguna pregunta pueda ser elaborada. Los significantes producidos por el Otro materno lo dejan sin la posibilidad de articular un sentido debido a su carácter inefable. Su hermano once años mayor que fue quien le prestó el juego de ajedrez desde donde el sujeto pudo arreglárselas un tiempo, armando con las casillas una topografía subjetiva desde donde evitar quedar como objeto de goce del Otro. De esta manera se pudo inteligir en la actualidad, que frente a las palabras de su madre se siguen consecuentemente los pasajes al acto: “soy un suicidio humano” -expresa. Sin embargo él no obtiene ese saber hasta no haber transitado por este espacio éxtimo a su tratamiento.
La solución viene al finalizar la charla: “yo soy como un peón”, paso de sentido (pas de sens)
[3] producido por la estructura del Witz en la presentación a partir de la intervención del interlocutor: “usted es sumamente trabajador”. De ahora en más la lógica en la dirección de un tratamiento posible podrá contar, si así lo decidiera el sujeto, con un nuevo sentido. Será responsabilidad de este sujeto el saber hacer con eso.

El lazo

La presentación de enfermos puede ser considerado como un instrumento homogéneo a la constitución del ser hablante, instrumento significante vaciado de significación para ser usado según convenga en cada encuentro. Para esto hacemos uso de la última enseñanza de Lacan según la cual todo sujeto tiene que arreglárselas siempre con los significantes y el goce encontrando algún ardid para domesticarlos. Este modo de existir velado o a cielo abierto parece la común medida.
Como principio el traumatismo del S1 y el goce, luego el trabajo de cada cual para lograr entrar en la lógica común del discurso preestablecido. Trabajo de elucubración de saber hacer pasar ese exceso enigmático al lugar de la comunicación, medio por el cual fingimos que nos entendemos. Así devienen soluciones más o menos ajustadas a la lógica social. Es ficción, pero, aún desconociéndolo, se ha pactado acerca de ello. Se trata de la función ordinaria de la invención de sentido que permite al individuo contarse como uno diferente del resto y simultáneamente contar con los otros.
Pero existen otras invenciones, más singulares pero invenciones al fin, y son aquellas que con dificultad variable construyen aquellos atareados en abrir una brecha que, a partir del monólogo de lalengua, les permita armar algún artificio con el que hacer comunidad.
Así el dispositivo de la presentación de enfermos en nuestro hospital se presta a alojar a aquellos que, desde la periferia de los discursos establecidos, trabajan para transformar goce y significante en una herramienta.

La paciente E., invitada a dar su testimonio (testimonio que opera de un modo singular ya que ella pertenece a la comunidad de los Testigos de Jehová, así este rasgo fue puesto a funcionar en el momento de la invitación) menciona su llegada al hospital en estado de perplejidad "no podía hablar, estado de incertidumbre, miedo a lo que podía llegar a decir. Como me sentía tan provocada, si hablaba esto se iba a provocar más". Si la dificultad es la irrupción de la palabra impuesta, ella trata con éso. De este modo habla de sus herramientas: la religión que la convoca a dar testimonio, el estudio de la Biblia que le aporta significaciones sobre el bien y el mal, el tratamiento en el hospital que le abre un espacio para hablar de aquello que la parasita.
En la presentación de enfermos pudo situar el efecto de las palabras como tormento y como alivio, así como lo dicho a otros en la iglesia y en el tratamiento. El significante como causa y límite de goce. A posteriori fue posible verificar cómo intenta regular la invasión de goce por medio de llamados al teléfono celular de su terapeuta.

Es así que en las presentaciones de enfermos, presentador, auditorio y equipo tratante, prestan escenario al testimonio de un caído del semblante que se hace presente para disponer de un lugar donde le sea posible inventar y hacer pasar su treta singular.

El paciente F. pide presentarse en el dispositivo para saber: "si estoy apto para recibir el carnet de discapacidad, para mí, para tomar conciencia en qué grado estoy. Yo calculo que estoy mal, que me lo tienen que dar". Este pedido puede situarse como efecto de una presentación anterior en la que él refiere que se trató su "caso particular". Sobre la cuestión de la responsabilidad ubica la que le cabe al psiquiatra y a su madre, pero también habla de la propia. Dice "quiero salir adelante, tengo que asumir la responsabilidad de ir al hospital, a los talleres, si no me pongo mal". Se pregunta, además, "para cuánto me puede servir ese papel para la responsabilidad mía. Lo tengo que ver, en el momento ( de la entrevista en la institución que evalúa el pedido del paciente) lo sabré". Al finalizar la Presentación F afirmará "un punto a mi favor para salir adelante, para éso me sirve". Un buen uso del papel es el plus con que se encuentra. Un saber hacer en el cual los binarios apto/no apto y útil/no útil se desprenden de la trampa de la comprensión.

El desencuentro radical entre significante y significado, el delirio generalizado, indica que el lazo social posible se da a partir de una invención, de un uso en el aquí y ahora de una construcción histórico social. El encuentro, entonces, se esconde tras el equívoco que es la única comunicación válida.

M. testimonia sobre un exceso en el cuerpo: dolores, insomnio. Menciona cómo es afectada por ciertas voces. Queda inmovilizada, paralizada y necesita "salir del espacio". Una voz que le marca el cuerpo, pero que puede situarse de otro modo en la presentación como la buena voz que hay que encontrar (o bien, saber recibir). La paciente hace referencia a su amor por un sacerdote que le hace otro lugar. Se trata aquí de encontrar la distancia conveniente. M. sonríe, le envió una tarjeta el día del amigo.

Sostenemos que la presentación de enfermos constituye como Witz una estructura significante que hace lugar a la excepción de un sujeto para que, con su lengua privada de sentido y rebasada de goce, pueda inventar una forma de hacer sociedad. Un sujeto que dirige a otros ese texto que ha podido construir para defenderse de lo real.-
Referencias
1. Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. Jacques - Alain Millery otros. Editorial Paidós. 1999.
2. Jacques Lacan, Seminario III, Las psicosis, Cap. IV. Editorial Paidós.
3. Jacques Lacan, Seminario V, Las formaciones del inconciente, Ed. Paidós
4. Del edipo a la sexuación. Editorial Paidós. F. Leguil experiencia enigmática de las psicosis en las presentaciones de enfermos.
5. E. Laurent. Estabilizaciones en las psicosis. Ed. Manantial

Notas

[1] Freud, S.: “El chiste y su relacion con lo inconciente”
[2] Jacques Lacan, seminario XII, Problemas cruciales ...., clase 14. 05/05/1965.
[3] Jacques Lacan, seminario V, Las formaciones del inconsciente.