miércoles, 27 de junio de 2007

"Comentario sobre Los Inclasificables de la clínica psicoanalítica"

Por Marta Coronel y Nilda Hermann, Presentado en Clase 31-5-07 del Curso Resoluciones Terapéuticas en el Hospital Publico y sus Dispositivos del SSM HCSI.


Servicio de Salud Mental Hospital Central de San Isidro -
Curso 2007
-Clase 30-5-2007- 

Los inclasificables de la clínica psicoanalítica- Argumento y disciplina del comentario 

En esta clase trabajaremos un texto ya clásico en materia de conversaciones sobre la clínica: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 1999. 

Las formas que nos damos para abordarlo son dos: 

1-El argumento, donde se despliega en su máxima extensión el tema alrededor del cual giran los capítulos seleccionados; presenta su ubicación en el conjunto, las articulaciones que se proponen, las novedades que se plantean, los problemas que se resuelven y los que se abren, la puesta en tensión con otras propuestas anteriores o posteriores de la enseñanza. Es la perspectiva "macro". 

2-La disciplina del comentario, se detiene en el detalle de un párrafo elegido dentro de un capítulo para "hacerlo responder por las preguntas que nos plantea". Se demora en la lectura, en la elucidación del sentido y la referencia, y no se priva de aportar las variaciones sobre el mismo tema en otros momentos de la enseñanza o de la obra de la que se trata. Es la perspectiva "micro". 

Capítulos seleccionados: 
Cap II La conversación de Arcachon (casos raros: Los inclasificables de la clínica) Los textos. 

-"Un caso no tan raro" Jean pierre Deffieux pag. 201 a 207.

-"Un sujeto en la nebulosa" Hervé Castanet pag. 209 a 212.

- “Historia de ojo” y “Conversación sobre una pestaña”, Naveau, Pierre, pag. 259 a 263 y AAVV pag. 368 a 380.

- La conversación desde pag. 317 a 414

Argumento: Marta Coronel 

Disciplina del comentario: Nilda Hermann 
Párrafo a comentar: 
"Lacan parte del nominalismo: el cifrado del goce es siempre singular. Después pasa al realismo de las estructuras, y denuncia allí una ilusión: una vez que se ha clasificado a los sujetos en una rúbrica, uno se equivocaría si tomara esto por una clase con un sentido común. La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor." Éric Laurent en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408.

Los invitamos a participar con sus aportes.

Argumento: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.
Por Marta Coronel 

Presentación
El Libro que hoy tenemos el gusto de comentar en el espacio del 5to. miércoles del hospital Central de San Isidro, se titula “Los inclasificables de la clínica psicoanalítica” y se divide en dos partes: El conciliábulo de Angers, “Efectos de sorpresa en las psicosis” y la segunda parte La conversación de Arcachon, "Casos raros: Los inclasificables de la clínica”. 
Algunos comentarios sobre la ciudad donde se desarrolló en encuentro, para que podamos tener una idea del marco de la reunión. Fue creada en el siglo XIX, en la época de industrialización, donde el ferrocarril era un efecto del discurso de la ciencia. Fue imaginada con la idea de hacer reinar a los industriales, quienes de ese modo podrían reparar la desgracia de los pobres. Fue armada como una especie de laboratorio de arquitectura y de urbanismo, lo que concluye en un modo de vida. 
Es una ciudad de invierno, cuyas calles se concibieron de modo que no se forme un ángulo recto a fin de evitar las corrientes de aire. Lugar elegido para curarse de la tuberculosis.
Por alli pasaron Victor Hugo, Lautrec, Cèzane, Monte, Debussy entre otros célebres personajes. También André Gide, y James Joyce antes de operarse de la vista en París pero le compuso un poema a la ciudad. El Dr. Lacan también visitó esta ciudad, donde los pasos (passes) son inclasificables, porque al ser producto de la arena de las tempestades, se desplazan y es imposible conservar el trazo de donde se encuentran.
El modo de trabajo científico pero distendido, repite la Sección Clínica de París, fundada por el doctor Lacan en 1977. Ofrecía a los jóvenes psiquiatras en formación, una enseñanza de la clínica psicoanalítica, a la vez clara y rigurosa. La fórmula gustó tanto que en veinte años se multiplicó por todas partes en Francia y en el mundo. Esta reunión en Angers – los días 6 y 7 de julio de 1996- fue una oportunidad para debatir sobre las psicosis.
Es la presentación de una serie de casos, seguida por la discusión que revela lo que puede extraerse como enseñanza para nuestra práctica. Uno de los participantes Philippe La Sagna ordenó los casos en 4 clanes usando términos de enlace: 1. los inclasificables del síntoma, 2. los inclasificables del goce. 3. los inclasificables del cuerpo y 4. Los inclasificables del Otro que no existe. 
Es un intento de repensar las categorías con las que se maneja el practicante del psicoanálisis. 
Dice Eric Laurent: “Es completamente necesario que a la salida de nuestra conversación de Arcachon le hayamos retorcido el pescuezo a la clínica, en la que se arrastran términos como as if, personalidad como si, caso límite, perturbación del curso del pensamiento, rareza, emancipación de pensamientos abstractos e inhibición, todos estos fenómenos disparatados, tomados de distintos estados de la clínica y montados unos con otros de manera barroca” página 342.

Estabilizaciones en las psicosis
Recomiendo la lectura del libro de Eric Laurent “Estabilizaciones en las Psicosis” producto de su participación en las Jornadas preparatorias del Encuentro sobre psicosis, que se realizó en Córdoba en 1987, donde realiza un recorrido de la enseñanza de Lacan sobre las psicosis. La reformulación que realiza cada 10 años empezando en 1936 con el Estadio del Espejo, 1946, Acerca de la causalidad psíquica, 1956, Seminario 3, en 1958 escribe en los Escritos De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, en 1966 La presentación de la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber, versión que en castellano se encuentra en Intervenciones y textos 2. Entre 1964 al 69 es un período muy rico en texto sobre las psicosis. En el Seminario 11 contesta a Maud Manoni por el libro de esta autora sobre la articulación entre psicosis y debilidad mental. En 1976 en la presentación del Seminario Joyce el síntoma surge de manera absolutamente nueva la idea del yo como procedimiento de remiendo en las psicosis, la fabricación de un yo por el sujeto psicótico mismo.
En 1976 produce Lacan una nueva orientación que permite repensar formas de estabilización en las psicosis.
Entonces el texto de 1976 nos obliga a pensar las otras tres etapas desde otro punto de vista y con la introducción del “sinthome”.

Formalizaciones en la clínica de Lacan
Se pueden pensar dos formalizaciones de la clínica en la enseñanza de Lacan: una que puede pensarse como estructuralista y la otra como borromea. El espíritu que guía la discusión está centrada en un punto de vista práctico: ¿Cómo hacer para que la evolución de un sujeto sea más continua que discontinua, es decir evitarle las crisis, los desencadenamientos?
Del lado del binario clásico neurosis-psicosis, tenemos un rasgo distintivo pertinente, Nombre del Padre sí o no. Es difícil precisar cuál es el elemento diferencial de la segunda formalización. 
J. -A. Miller opone a la clase enfermos mentales las de enfermos del gran Otro, poniendo como rasgo diferencial punto de basta si o no. Al desencadenamiento, la ruptura le corresponde el desenganche del Otro en la segunda formalización.
Toda la teoría de la transferencia está en juego en la segunda clínica: se trata de hacerse basta y destinatario de esos signos ínfimos. Al considerar el término “secretario del alienado” no es en absoluto hacerse el copista, es también tomar posición respecto de lo que se tiene que escuchar.

La clínica del síntoma no se opone a la barrera estructural neurosis-psicosis establecida por Lacan en los años 50. Por el contrario permite colocar del lado de las psicosis una categoría de sujetos que hasta ese momento eran clasificados en todas las categorías menos en las psicosis.
El germen de esta idea estaba en Lacan, si leemos el “Prólogo a la Edición Alemana de los Escritos”, de 1967 dice: “La cuestión comienza en el hecho de que hay tipos de síntomas –es decir nudos- que hay una clínica, una clínica que es de antes del discurso analítico; porque Freud, él la heredó. ¿El análisis, el discurso, la idea del síntoma como nudo, arroja alguna luz a esa clínica de antes? Seguro que sí…

El aparato del síntoma

En la segunda formalización es necesario ampliar la concepción que teníamos del Nombre del Padre. 
El Nombre del Padre, en el primer registro era un significante que posee efectos de significación. Lacan construye una metáfora haciendo entrar el DESEO DE LA MADRE, con mayúscula para darle estatuto de significante.


NP         DM        NP       A 
DM                       x              Falo

La incidencia del Nombre del Padre se traduce por la emergencia de la significación fálica. Pero nosotros no podemos desconocer su incidencia libidinal. El Nombre del Padre localiza el goce.
La metáfora paterna es el primer aparato del síntoma que Lacan haya demostrado. El aparato del síntoma garantiza la articulación entre una operación significante y sus consecuencias sobre el goce del sujeto. 
Hay que recuperar la conexión entre significante y goce. Es el pasaje del Lacan clásico el del significante al del objeto a y del goce. 
Hay que destacar la equivalencia entre Síntoma y Nombre del Padre

S = NP

El síntoma puede funcionar como Nombre del Padre. El Nombre del Padre mismo no es más que un síntoma. El punto de capitón tiene dos formas principales el Nombre del Padre y el Síntoma.

NP PDC = S

“Un caso no tan raro” Jean –Pierre Deffieux 

Justamente en el caso presentado por Jean Piere Deffieux “Un caso no tan raro”, comienza nombrando los distintos modos que pudiera pensarse este paciente. Si Freud lo hubiese presentado podría haberlo considerado como una neurosis narcisista, con Begeret sin duda se habría ubicado en la categoría de Borderline. Si lo hubiera presentado la psiquiatría americana, partidaria del DSM IV, lo habría clasificado en las perturbaciones del humor, o alguien de la IPA, desde la clasificación estructural hubiera escuchado una histeria.
B. tiene 36 años, es hijo de una familia numerosa de la alta burguesía del norte de Europa. Su padre fue industrial. Es derivado por un colega que enuncia el diagnóstico de histeria.
Es muy simpático, encantador, usa con ostentación los semblantes de la cortesía. 
Se presenta con una queja repetida. Carece por completo de voluntad, es incapaz, está detenido en la vida, no tiene ganas de nada. Aparece en su discurso la frase “no tengo energía”. 
A los 17 años interrumpe de golpe sus estudios (más tarde los aprueba como libre). 
Trabajaba en pequeñas empresas propias, la última dedicada a la ebanistería, siempre en compañía de su padre.
En marzo de 1993 suspende sus actividades, porque quería romper con la sociedad de consumo y estudia ecología. 
En marzo de 1994 se produce un desorden afectivo. Hasta ese momento tenía muchas aventuras con mujeres “las mujeres se interesaban por mi” dice, pero él las dejaba ante el menor compromiso. En ese momento luego de romper con una mujer tiene un encuentro homosexual que dura 3 meses. Dice que no había tenido antes relaciones con hombres porque la moral paterna lo había detenido. 
Desde el 95 nada marcha bien. Ingresa en la Universidad pero no puede aprender, vive de la pensión del Estado (RMI). Sus lazos sociales son efímeros y superficiales.
En la segunda entrevista le hace notar que los dos momentos sobresalientes de su vida han ocurrido en marzo. 
Menciona entonces un recuerdo “en el que no piensa nunca” y del que se acordó por primera vez en el momento de la separación dolorosa del primer hombre que conoció: Era primavera, él tenía 8 años y se dirige al entrenamiento de natación; un hombre le ofrece llevarlo en bicicleta y B. aceptó sin vacilar. El hombre lo condujo hasta el bosque, lo golpeó en todo el cuerpo con un palo; en un momento el hombre sacó un cuchillo y quiso cortarle el sexo, entonces B. consiguió escapar.
El dirá de esta escena; “de ningún modo sé si sentí dolor”. Al volver a su casa le cuenta a su padre, “quien no le creyó”. 
Ante la convicción que lo acontecido en marzo 93 y 94 tiene relación con esta escena infantil le pide que relate la misma con la mayor precisión posible. Cuenta entonces que cuando el hombre empezó a golpearlo, recuerda haber abandonado su cuerpo, haberse distanciado de él, haber desaparecido: “En un momento ví a un chico: era yo; entonces escapé”.
Hasta los 35 años tuvo dos sostenes (funcionando en lugar de la metáfora paterna): La regla paterna y la artesanía.
En cuanto a su sexualidad descansa en la exhibición de su cuerpo desnudo del cuerpo del otro –puede tratarse de hombres o de mujeres- - A los 12 años intervino la policía porque él había exhibido su sexo cuando iba en bicicleta por el parque de la ciudad. Después continúo haciéndolo.
Entre los 15 y los 25 años realizó regularmente sesiones de fotos de su cuerpo desnudo en el espejo, que sacaba y revelaba él mismo, terminando en una masturbación. Esta práctica perversa le sirve de unión entre el yo y el cuerpo.
Al terminarse el sostén en la regla paterna y por el fin de su relación homosexual basada en el exhibicionismo, pasan a funcionar dos nuevos anudamientos: la inscripción de un fenómeno psicosomático en el cuerpo –una psoriasis- y una discreta metáfora delirante.
La frase clave de su delirio fue pronunciada en la primera entrevista “no tengo energía”, frase que luego adquirirá ribetes de metáfora delirante.
Este sujetos llegó con una queja, un sufrimiento, que dirigen al analista para que los alivie. Durante mucho tiempo su discurso puede pasar por un discurso neurótico. Su enganche con el Otro es suficiente para permitirle identificaciones con modelos sociales que dependen del funcionamiento edípico. Pero como esto no alcanza para justificar una neurosis, es útil interesarse en los ínfimos detalles clínicos que tal vez llamen la atención del lado de la psicosis.
Este sujeto encontró un modo de anudamiento sintomático que en general dura bastante, hasta toda una vida, y sin el sostén del Nombre del Padre. Ofrece una verdadera subversión a la clínica de la psicosis, al quitarle toda referencia a cualquier noción de déficit, incluso significante.
Una clínica del síntoma no es una clínica de los síntomas, que Lacan con sobrada razón siempre rechazó. 
En cambio, si es una apuesta importante para el futuro de la clínica analítica llegar a distinguir a partir de la fenomenología clínica los criterios del anudamiento sintomático NP de aquellos que dependen de otro tipo de anudamiento. Esto viene también a subvertir la jerarquía de las estructuras. 
Estos detalles no se relacionan con las perturbaciones del lenguaje, sino con los efectos clínicos mínimos de algo que cojea en el anudamiento RSI; por ejemplo, en determinado sujeto una pregnancia de lo imaginario unida a un anclaje simbólico bastante leve, o bien una relación de extrañamiento entre el yo y el cuerpo; o bien en otro, el ejercicio desenfrenado de la pulsión, desconectada de toda captura en una dialéctica de discurso


La disciplina del Comentario en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica- 

Por Nilda Hermann 

El párrafo que he elegido para comentar es parte de una intervención de Eric Laurent en La conversación de Arcachon en sus últimos tramos, participa del momento de las conclusiones pero no es aún el cierre, no es la despedida. 
El apartado fue subtitulado en la publicación “Último todo de palabra” -un poco antes se trató de las “Precisiones” y “La bolsa de los inclasificables”- es un momento de exceso, es muy importante lo que allí se discute, es una disputatio sostenida entre varios en el marco de esta conversación , no es un momento distendido, al modo Fumaroli de la Conversación, para quien “Entrar en conversación (…) es entrar en un juego con partenaires considerados pares, y de los que no se espera otra cosa más que el placer de jugar bien…”, es un momento Magritte, que Miller describe muy bien-pág.388- evocando uno de los cuadros de la serie que Magritte dedica a El arte de la conversación , “… está representado a la orilla del mar (…) y en la rivera descansa un toro que se vuelve hacia el espectador, de aspecto avergonzado, envuelto en la capa de un torero como en una manta, con la espada clavada en el punto en que hay que clavarla para matarlo, (…) consiste en acabar con el adversario, en marcar el punto de tal suerte que el toro desfallezca.”. 
Si leyeron las intervenciones habrán notado que hay diferencias, que no se dice lo mismo y cada vez que alguien toma la palabra toma posición respecto de cuál es el punto a marcar, a resaltar de los casos que ya se han discutido y conversado, dieciocho casos clínicos. 
Así se destacan los diagnósticos, la transferencia, la estrategia de relacionar los casos según clases estructurales o bien chapucear con oposiciones que atraviesan en diagonal la clasificación y la ponen en crisis, con conceptos y nociones como la pulsión, el objeto, el Otro, el Nombre del Padre, desencadenamientos y anudamientos, el goce, los sueños, el síntoma, el lazo social, el cuerpo, los registros: imaginario, simbólico, real. 
¿Qué se marca? Se marca qué ha sido para cada uno lo importante, lo a resaltar para arribar a las conclusiones. Y una discusión ¿es o no necesario que la clasificación sea segura? Hay el sí y el no y hay otra respuesta que no es el sí o no. Es de la que voy a tratar de dar cuenta en este comentario. 
Eric Laurent retomó la marca que J. -A. Miller había trazado un momento antes en “La bolsa de los inclasificables”, pag. 402, cuando en la complejidad de la epistemología y la historia de las clasificaciones, introduce a Lévi- Strauss en serie con Freud y recomienda “No fascinarse con el tótem, la relación afectiva con el tótem: es una cuestión de lógica.” y más adelante, “En la clínica hay un momento nominalista, es ese en el que recibimos al paciente en su singularidad, sin compararlo con nadie, como lo inclasificable por excelencia. Pero hay un segundo momento, el momento estructuralista, en que lo referimos a tipos de síntomas y a la existencia de la estructura.” 
Eric Laurent dirá que la intervención de Miller aclara el final de un texto de Lacan decisivo sobre la clínica: “Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos” ; es un texto complejo, difícil, tanto que Lacan lo autocomentó , y Miller y Laurent nos ayudan a entender elucidándolo. 

Voy ahora al párrafo de Éric Laurent en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408.
"Lacan parte del nominalismo: el cifrado del goce es siempre singular. Después pasa al realismo de las estructuras, y denuncia allí una ilusión: una vez que se ha clasificado a los sujetos en una rúbrica, uno se equivocaría si tomara esto por una clase con un sentido común. La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor." 

Como se dan cuenta es un párrafo de una enormidad sintética.
¿Qué es el nominalismo?
¿Qué entender por cifrado? ¿Y del goce? 
¿Por qué decir que es siempre singular?
¿Por qué decimos que las estructuras son realistas? y ¿Qué implica la ilusión, la equivocación, denunciadas como resultando una clase con un sentido común? 

Aun si pudiésemos responder a todo esto nos faltaría explicar la afirmación sorprendente de la vía por la cual esto puede lograrse en una obra clínica como la que estamos trabajando, en la que se trata de conversar sobre los casos de la clínica efectivamente sostenida por quienes la han puesto a cielo abierto expuesta, y expuestos.

¿La única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor? 
Éric Laurent dice que la transferencia es nuestra herramienta epistemológica, la única. 

Si la disciplina del comentario se detiene en el detalle de un párrafo elegido dentro de un capítulo para "hacerlo responder por las preguntas que nos plantea", se demora en la lectura, en la elucidación del sentido y la referencia, no se priva de aportar las variaciones sobre el mismo tema en otros momentos de la enseñanza o de la obra de la que se trata y es la perspectiva "micro". Entonces quiero decirles que aún con toda la disciplina que pudiera imponerme, encuentro rápidamente lo imposible en la tarea. 
Voy a simplificar el problema, haciendo como dice Lacan que le enseñó una amiga respecto de la ciencia, que “siempre lo consigue”. Lacan afirma que esa mujer encantadora le repetía “Al hombre nada le es imposible; lo que no puede hacer, lo deja” y nos enseña así a no hacer lo que hace la ciencia, que es “… segura porque siempre hace lo que promete, porque no autentifica nada mientras no esté segura; y allí donde no está segura, no autentifica nada.” 
Dicho esto, una cosa podemos asegurar: si fuésemos científicos no podríamos atender -con alguna posibilidad de dar respuesta- en este Servicio de Salud Mental y en ningún otro, a ningún paciente.
Voy a ayudarme con Miller, con el último Miller, para intentar en lo inseguro, avanzar.

Voy a puntuar algunas afirmaciones de la clase de su Curso L a O r i e n t a c i o n L a c a n i a n a, “Tiemblan Las columnas del templo”, del 23 de mayo de 2007, recientemente traducida por Silvia Baudini. Allí nos habla de cómo el último Lacan destruye cual Sansón las columnas del templo sobre el que se sostenía el psicoanálisis y su propia enseñanza. 
Las columnas a las que se refiere son: la palabra, la comunicación, y la necesidad con su correlato de imposibilidad. 

No voy a entrar en toda la complejidad de esta clase que les recomiendo para retomar en los grupos de investigación, sino puntuar algunas cuestiones al modo de noticias sobre el movimiento de elucidación que Miller plantea abordando la enseñanza de Lacan en una lectura retrospectiva que actualiza las consecuencias de la última parte de la misma, en relación a los problemas cruciales actuales de la práctica psicoanalítica.

Plantea como una consecuencia de esta operación lacaniana: “… que sólo tenemos que hacer (…) en la oscuridad, y no en la luz. Esto introduce el psicoanálisis como una práctica a tientas, muy lejos, a la inversa, de esta imagen del psicoanálisis como algoritmo, que era la imagen dada por la “Introducción” de “La carta robada”, y que prometía una operación interpretativa, en el fondo plena de seguridad, inflada de una arrogancia cientista.”

Podríamos decir aquí, la arrogancia de prometer la disciplina del comentario a una síntesis en cuatro renglones en la que Éric Laurent resume el camino que a Lacan le llevó casi una vida recorrer con su enseñanza.
Y sigamos aún, más, avancemos a tientas con Miller…

“Es a partir de la promoción del goce en la enseñanza de Lacan que la referencia a la comunicación, que el esquema L o el grafo del deseo sostenían, comenzó a disolverse – el goce se tornó un disolvente conceptual - y eso se comprende porque, digámoslo así, el goce no comunica.”
Y Miller recuerda el paradigma del goce en Lacan, “…de las mujeres con su goce: ellas no dicen nada de eso, no saben decir nada de eso.” 
No que no quieran, entiendo con Lacan y Miller, es que no saben, aunque algunas como Marguerite Durás, en El hombre sentado en el pasillo, logran, no decirlo pero sí escribirlo. 

Podemos decir que este es un texto que se inscribe en la literatura erótica femenina, y articula algo de lo indecible de un sentido que escapa a la comprensión, como se nos escapa a nosotros de nuestros pacientes el sentido de su satisfacción sintomática. 

Por supuesto que es muy necesario entonces estudiar y mucho acerca de lo que es posible cernir del sentido de los síntomas, de los goces que articulan allí un sentido para quien padece, conocer los caminos de formación de síntomas, el deseo y su satisfacción en relación a los sueños, los lapsus, el chiste, las formaciones del inconciente, para saber de qué columnas nos habla Miller cuando dice que son las que han sostenido el psicoanálisis que Freud inventó y que Lacan enseñó en lo que conocemos como su primera enseñanza -para retomar el rumbo que algunos post-freudianos habían perdido.
No hay manera de entender cuáles son las columnas del Templo que Miller nos dice que Lacan derriba en su última enseñanza, sino pasando por allí, como Lacan mismo pasó con su retorno a Freud. 

Si, como nos enseña Miller “El sujeto se constituye como excepción a la regla, y esta invención o reinvención de la regla que le falta, [la regla de la relación, de la satisfacción sexual] la hace bajo la forma del síntoma.” Y “… por supuesto que hay síntomas típicos, pero, aunque tengan la misma forma, cada uno es peculiar, particular” . Nos es necesario no ir de la “a, a la z”, sino en la lógica propia del psicoanálisis ir del porvenir al pasado, para poder modificarlo. Tendremos que estudiar de qué se trata en la última enseñanza de Lacan cuando habla del “síntoma”, así en singular. Y tendremos que abordar las fórmulas de la sexuación, que Lacan elabora entre los Seminarios 19 y 20, para seguir a Miller cuando hablando de la caída de las columnas del psicoanálisis “La palabra”, “La comunicación” y “La necesidad”, hace una referencia a ellas y del lado femenino. 

”En todo caso, para Lacan, es el paradigma de la relación al goce: de ese lado, [del lado femenino de las fórmulas de la sexuación] eso no habla. Por el contrario, sin duda, del lado del amor, eso habla, habla y conduce a las mentiras de lo simbólico.” No hay diálogo entre lo sexos debe entenderse, dice Miller, a un nivel que apunta al goce que no comunica.
Eso hace concebible -y es el recorrido que trato de mostrarles- que no hay diálogo entre las clases, que un obsesivo no pueda dar el más mínimo sentido al discurso de otro obsesivo. De la misma manera – como nos enseña Eric Laurent - entre sujetos histéricos, no hay un sentido común del cuerpo del que hacen la experiencia; aunque ambos neuróticos puedan inscribirse realistamente -el real está allí- en la misma estructura. Y también en esas dos clases irreductibles los hombres y las mujeres, con las que nos tenemos que ver en la clínica cotidiana y averiguar más allá de la anatomía, en cuál de estas dos clases se inscriben. 
Es indispensable entonces antes de meter en una clase a un paciente haber atisbado al menos las condiciones que rigen su vida amorosa u erótica. Laurent nos enseña que “… no se conoce en la clínica el sentido que tiene el amor para cada sujeto más que experimentando la repetición en la transferencia. Para uno, amar quiere decir tratar al ser amado con una radical falta de miras, puesto que su amor autoriza todo. Para otro, querrá decir que tiene tantas miras con su objeto, que no puede más que dejarlo esperando en su pedestal, puesto que su amor no autoriza nada. Finalmente, para otro, es aquel que ama el que tiene que sostener todo el peso del deseo.” Y que “…en la clínica psicoanalítica los lenguajes, las significaciones, el componente semántico en general, nada está tranquilo. Hay combate, batalla, pasión.” 

Si la única manera en que un caso puede comunicarse con otro es por el amor, y decimos que la transferencia es nuestra herramienta epistemológica, la única, es allí, en la transferencia, si logramos instalarla, que tendremos una oportunidad de saber algo que valga como categoría diagnóstica en psicoanálisis. 

Miller nos cuenta en la clase mencionada, que del amor Lacan pudo decir que era siempre recíproco, habiendo recibido la fórmula de uno de sus amores de juventud, pero que no dirá, salvo para hacer reír, que el goce es siempre recíproco. 
Y por lo tanto, la promoción en la enseñanza de Lacan de la categoría del goce va contra la comunicación, sacude las columnas del psicoanálisis tanto freudiano como del Lacan clásico. 

Ya no vamos a entender, ya no podemos comentar con disciplina, el goce invade e indisciplina nuestra práctica tanto como a nuestro saber, es el verdadero inclasificable de la clínica, aceptar este límite es un gay saber, es la alegría psicoanalítica de los chapuceados que en su pasión por la ignorancia consiguen recoger las categorías inventadas en la contingencia de la práctica, como en el caso de la nebulosa a porfía de la depresión y la impotencia del DSM, que sólo sabe repetirse, y que nunca podrá encontrar una “pestaña en el desierto” . 

Creo que como el toro de Magritte, el sentido de la clasificación yace avergonzado, está representado a la orilla de un mar (…) y en la rivera del síntoma descansa herido, se vuelve hacia nosotros a veces, se nos entregará quizá si sabemos ser incautos de las mentiras del amor, del amor al síntoma, el síntoma que Lacan sitúa en su última enseñanza entre angustia y mentira. 


Laurent, Eric: “Estabilizaciones en las psicosis” Editorial Manantial, Argentina, 1989.

Dri, Ruben, “Teologia politica de Santo Tomas” en La filosofia politica clasica. De la Antiguedad al Renacimiento. Comp. Boron, Atilio A., EUDEBA, CLACSO, Bs. As., 2000.
La disputatio 
El método que utiliza Santo Tomás , la disputatio, consta de los siguientes pasos: 
a) En primer lugar S. Tomás propone el tema a discutir, introduciéndolo con la preposición condicional “si” -utrum-. 
b) En segundo lugar, plantea las aparentes contradicciones que obstaculizan la tesis del autor y las opiniones que se han sostenido en contrario, con esta introducción: “Parece que no” -videtur quod non-. Ocupa el lugar que Aristóteles les asignaba a las aporías y a las opiniones de los pensadores anteriores a él sobre el tema en cuestión. 
c) En tercer lugar, S. Tomás coloca una opinión favorable a su tesis, introduciéndola con un “sin embargo” -sed contra-. De esta manera se introduce la dialéctica. Hay dos opiniones enfrentadas sobre las cuales el autor debe decidir. 
d) En cuarto lugar viene la parte central, la respuesta que S. Tomás da al problema planteado. La respuesta es introducida con un “respondo diciendo que” -respondeo dicendum quod-. Aquí Tomás da la solución, apoyada por los argumentos más fuertes. 
e) En quinto lugar, va respondiendo a cada una de las dificultades enumeradas en b) “A lo primero, por tanto, diciendo que” -Ad primum ergo dicendum quod-. Muchas veces se ubica en esta parte argumentos de verdadero peso que no tuvieron lugar en la parte central. 
Marc Fumaroli, Trois institutios littéraires, pag. 364.
El arte de la conversación, René Magritte 1950, ver en http://www.magritte.be/en/galerie.html

Lacan, J., “Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos”, en Uno por Uno Nº 42, EOLIA-PAIDÓS, Bs. As., 1995. 
Lacan, J., “Autocomentario”, en Uno por Uno Nº 43, EOLIA-PAIDÓS, Bs. As., 1996. 
Lacan, J., ibidem pag. 15. 

Miller, J. –A., Curso L a O r i e n t a c i o n L a c a n i a n a, “Tiemblan Las columnas del templo”, del 23 de mayo de 2007, Traducción, Silvia Baudini en http://ampblog2006.blogspot.com/2007/05/jacques-alain-miller-curso-del-23-de.html 

Miller, J.A., “El ruiseñor de Lacan”, en Del Edipo a la sexuación, ICBA, Paidós, Bs.As. 2001, pags. 260-261

Laurent, Eric, “Psicoanálisis y lingüística: Europa, traducción y exclusión-la fuerza de una ilusión”, en El caldero de la Escuela Nº 64, publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Bs. As. 1998. 

Merlet, Alain, “Último todo de palabra” su intervención en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 408-9.
Hervé Castanet, "Un sujeto en la nebulosa", en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 209 a 212.
Naveau, Pierre, “Historia de ojo” y “Conversación sobre una pestaña”, en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, pag. 259-263 y 368-80.


1 comentario:

Emilio dijo...

¿Cómo entender la frase de Laurent: "un caso se comunica con otro por el amor"?
"Un" caso es lo singular frente a "Otro". No hay dos Dora, ni dos hombre de los lobos, ni tan siquiera dos hombre de las ratas. Hay que creer en que uno se comunica con otro y eso es amor. La creencia y el amor se llevan de mil maravillas! El amor como el dos (les recomiendo leer "La escena del dos" de A. Badiou (El Siglo)),pero también como el tres (seminarios VIII en adelante), nuevamente el dos (Sem XX: "el amor es un encuentro entre dos saberes icc"), y el cuatro (RSI, Le sinthome); por nombrar algunos puntos de la doctrina, deben ser abordados en este sentido.
Uno se comunica con otro por la captura narcisista del amor en su vertiente imaginaria. Por eso el efécto cómico que se genera. El diálogo necesario de la lectura comparada de casos tiene (como en toda doctrina) un punto de imaginarización. En sí mismo el caso en singular no es comunicable, ya que es un trazo solamente legible en un horizonte asintótico. Es una escritura que intenta transmitir lo imposible de leer.
Emilio V