DE
LA URGENCIA A UN BIEN DECIR EN EL MARCO DE UN HOSPITAL PÚBLICO
Nuestra práctica, en el Servicio de
Salud Mental del Hospital Central de San Isidro, se inscribe en el marco de un
hospital general de comunidad. Allí se
presentan pacientes embrollados en su padecer: cuerpos mutilados, inquietos,
agitados, mudos, agobiados, intoxicados.
Si bien el discurso médico
interpreta ese sufrimiento desde una perspectiva biológica e intenta bajo una
normativa del “para todos” sostener
el ideal de Salud, suprimiendo el sufrimiento en el menor tiempo posible, los
practicantes del psicoanálisis apostamos a introducir otra temporalidad. En esta cultura del “para todos” y de la inmediatez, el
trabajo del servicio de Salud Mental está orientado desde otra perspectiva que
intenta soportar el equívoco,
introducir una pausa, un tiempo de comprender.
Se trata de alojar la dimensión subjetiva ofertando un espacio de
escucha que posibilite el pasaje del hecho al dicho y del dicho al decir[1].
Buscamos que el decir se despliegue a lo largo de las entrevistas dando lugar a
la subjetivación de la urgencia. Pensamos a esta como una forma de entender que
el sujeto que llega a la guardia ha perdido sus referencias; ha sufrido una
ruptura en su equilibrio subjetivo y encuentra en el Hospital y en el practicante
otro que lo aloja en su padecer, transformando el grito por fuera de la palabra con el que el paciente
se presenta, en un llamado[2]. De este modo se buscará abrir nuevas
respuestas frente a lo traumático, que surja un nuevo sentido, posibilitando en
esta operación un horizonte de invención.
Consideramos que el desafío del
practicante es dar un salto cualitativo entre adaptar el reglamento al caso y
captar lo que en el caso excede al reglamento. Sabiendo que las reglas
institucionales existen, es necesario saber hacer con ellas; sin perder de
vista que hay un sujeto que sufre y que viene a consultar. Es en la tensión
entre el apremio por resolver y la burocracia en la que se enmarca, que la
labor diaria entra en juego. Es la plasticidad del practicante la que permite
encontrar una salida apoyada en la ética que orienta la práctica, con
intervenciones calculadas, frente a la
singularidad de cada quien, desde cada
uno de los dispositivos. De esta manera pretendemos dar lugar a la
subjetivación del padecimiento. Las
formas que toma el malestar en la cultura se revelan de diferentes maneras, la
aparición de sufrimientos singulares nos llevan a re-inventar nuestra práctica
una y cada vez.
Orientados por lo real del síntoma,
la apuesta es caso por caso, privilegiando el detalle, la singularidad, es
decir el modo en que cada uno responde a su malestar. Es a través de la construcción de un relato,
de la localización de la contingencia y su relación con otros sucesos de su vida
que el paciente empezará hacer propia la urgencia y sus dichos. Nuestro
horizonte es alojar al sujeto en urgencia, uno por uno, localizando las
coordenadas en las que la irrupción sintomática aparece. Para eso será necesario la construcción de un Otro, en donde tanto el Hospital como Institución y el practicante ofrecen
un lugar (vacío) a quien dirigirse, a quien enlazarse, en donde el paciente pueda desplegar su decir
y otorgarle un sentido único a aquello que se presenta como sin sentido. Es así que se puede pensar “una Institución para cada síntoma”.
La ética con la que nos orientamos
subyace a una práctica que va en contra de un movimiento de
reducción del sujeto a lo meramente clasificatorio (consumo, impulsividad,
trastornos, etc.). Estas clasificaciones solo reenvían a una posición donde la
singularidad del sujeto queda borrada. La lógica con la que trabajamos e
intervenimos es la de, mediante el alojamiento de la palabra, restituir un
estatuto de sujeto. En "Televisión"[3] Lacan
define el Bien decir como "el deber de reconocerse en el inconsciente, en
la estructura". Situar el Sujeto en los efectos de la combinatoria
significante para producir en el decir, algo de lo real, eso que orienta la
cura.
USO SINGULAR DE LOS DISPOSITIVOS. ESTRATEGIAS.
INTERVENCIONES. CONTROL.
Para dar cuenta del uso singular de los
dispositivos en el caso por caso, tomaremos como punto de partida lo que
plantea Eric Laurent cuando propone a las instituciones del campo de salud
mental y de la medicina lo siguiente: “queremos
instituciones… que le den su lugar a la particularidad y que desconfíen de la
masificación por identificación. La hipótesis freudiana del inconsciente
implica que la particularidad no solo se alcanza respetando los derechos de la
persona, lo que es un requisito necesario, sino dejando hablar al sujeto.
Primero no hay que hablarlo, o someterlo a la regla, aunque fuera la mejor de
las reglas. Para ir en contra de la agregación institucional es menester darle
su lugar a la palabra del sujeto. Se necesitan instituciones particulares para
darle lugar al inconsciente”. [4]
Es posible que el desafío del practicante sea dar un salto cualitativo entre
adaptar el reglamento al caso y captar lo que en el caso excede al reglamento,
donde se recorte una particularidad. “Si uno piensa orientarse con las reglas
está perdido”[5],
uno debe orientarse teniendo en cuenta de que las reglas institucionales
existen, pero hay que saber hacer con dichas reglas; hay que saber actuar con
las reglas sin perder de vista que hay un sujeto que sufre y que viene a
consultar.
La apuesta es a la palabra,
intentando que el sufrimiento pueda ser subjetivado pero sin perder de vista como
horizonte, que podrá funcionar para cada quien y en cada vez. Es decir el modo
que cada uno puede hacer con lo real que no cesa de no inscribirse.
Contamos
en el servicio con un espacio de control, práctica que atraviesa los diferentes
dispositivos. Hay supervisiones
individuales y también supervisiones
específicas para el dispositivo de internación. Este espacio es esencial en
tanto permite pensar obstáculos, preguntas, diagnósticos, para orientar la
cura. Lo que lo caracteriza es que se encuentra atravesado por la tensión entre
el trabajo múltiple de la lógica colectiva y el trabajo individual de los que
día a día realizan el seguimiento de los
pacientes. Tal como sucede con el pase diario de pacientes. En este caso la supervisión
deja como saldo la importancia de armarle al paciente un “cuerpo” que le
funcione como lazo. Esto no será sin el cuerpo del analista, que se prestará
cada vez, a cada encuentro. No será tampoco sin el marco
de una Institución que aloje su síntoma. Las intervenciones tendrán entonces
también como orientación el que el Hospital como Institución ocupe una posición
de Otro, Otro que aloja y con quien se crea lazo.
El objetivo de esta
presentación es poder dar cuenta de cómo nos orientamos en el trabajo de los
casos de pacientes que ingresan a la guardia tras haber cometido actos graves en
donde, fue este mismo acto lo que resolvió algo
del padecer que lo motivó. La dificultad se hace manifiesta justamente
en este punto, en donde algo relacionado con el alivio ha tenido lugar después
del acto, obstaculizando el acceso a una dialéctica posible. Nada del orden de
la angustia pareciera poder rastrearse, una aparente desafectividad tiñe el
discurso y la contundencia del acto queda desdibujada. ¿Qué ha sucedido con la
certeza absoluta de la angustia? Pareciera que ha sido el acto mismo lo que ha
ido en desmedro de aquello. En palabras de Lacan “actuar es arrancarle a la
angustia su certeza”[6]. El pasaje al acto
tiene, según Lacan, el dejar caer del sujeto como correlato esencial. Esto
sería así en tanto el sujeto aparece borrado al máximo, se precipita y bascula
fuera de la escena. Queda caído como sujeto historizado, arrojado al mundo.[7]
EL MOTOR DE NUESTRA
PRÁCTICA
Teniendo
en cuenta lo expuesto hasta el momento nos preguntamos qué es lo que permite y
sostiene el trabajo diario en el servicio. Que es lo que hace que un
practicante escuche día tras día el padecimiento del que consulta.
Lo que
motoriza nuestra práctica es el deseo del analista. Entendiendo que este deseo
no tiene como horizonte un ideal de querer curar. Se trata de una función, vaciada
de la persona del analista. Es el espacio que ofrece el practicante para
alojar el sufrimiento del paciente, brindando un lugar para que se despliegue
el decir y la creación de un sentido singular, un sentido único ante el sin
sentido con el que llega el paciente.
Lo que
permite que esta función se ponga en forma es la transferencia. La
transferencia no es, aquí, la sombra de algo vivido antes. El efecto de transferencia es ese efecto de
engaño que se repite en el aquí y el ahora en tanto el deseo del analizante
está sujeto al deseo del analista.
· Belaga,
Guillermo: “La Urgencia Generalizada. La Práctica en el Hospital”. Editorial
Grama; Buenos Aires; 2004.
·
Belaga, G., Respuestas
a lo impolítico de las urgencias subjetivas, en Virtualia # 19, Revista
digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana, noviembre 2009
·
Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia”
Clase IX “Pasaje al acto y acting out”. Pág.
128. Paidós, Buenos Aires, 2006.
·
Lacan,
J., El seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós,
Bs. As., 2006.
·
Lacan,
J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós,
Bs. As., 2001.
· Lacan,
J. "Televisión". En Psicoanálisis: Radiofonía & Televisión,
Barcelona, Anagrama, 1974.
· Laurent,
Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3 Haches, Buenos Aires; 2000.
·
Laurent, E., El
revés del trauma, en Virtualia # 6, Revista digital de la Escuela de la
Orientación Lacaniana, junio-julio 2002
·
Miller, J-A., Introducción al método psicoanalítico, Paidós, Bs. As., 1997
[3] Lacan, J. "Televisión". En Psicoanálisis:
Radiofonía & Televisión, Barcelona, Anagrama, 1974.
[4] Laurent, Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3
Haches, Buenos Aires; 2000. Pág. 86
[5] Laurent, Eric; “Psicoanálisis y Salud Mental”; Editorial 3
Haches, Buenos Aires; 2000. Pág.31
[6]
Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia” Clase VI “Lo que no engaña” pág. 88. Paidós, Buenos Aires,
2006.
[7]
Lacan, El Seminario, Libro 10 “La Angustia” Clase IX “Pasaje al acto y acting
out”. Pág. 128. Paidós, Buenos Aires,
2006.
Trabajo realizado por:
Cecilia Bauer
Flavia Bottino
Lorena Canaveri
Romina Coletti
Ayerayen Guerrero
Soledad Jorge
Maria Eva Leserre
Carina Liñeira
Cecilia Lustig
Estefania Malecek
Daniel Melamedoff
Laura Melamedoff
Laura Nervi
Rodrigo Nieto
Jimena Ortelli Laura Virga
Flavia Bottino
Lorena Canaveri
Romina Coletti
Ayerayen Guerrero
Soledad Jorge
Maria Eva Leserre
Carina Liñeira
Cecilia Lustig
Estefania Malecek
Daniel Melamedoff
Laura Melamedoff
Laura Nervi
Rodrigo Nieto
Jimena Ortelli Laura Virga
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