por Jacques-Alain Miller
Desde Paris, este 11 de enero de 2015, por la mañana
¿Quién lo hubiera creído? ¿Quién lo hubiera
dicho? Francia de pie como un solo hombre, o una sola mujer. Francia que
se ha vuelto o vuelve a ser una. La República, valiente, intrépida,
eligiendo la resistencia. ¡Fin de los autoreproches! Los franceses salen
súbitamente de su depresión, de sus divisiones, e incluso, si le
creemos a un académico, se han vuelto "los soldados del An II". Los
franceses causando nuevamente la admiración del mundo. Y el presidente
Hollande, balanceando la cabeza, recibiendo con su aspecto de primer
comulgante a unos pocos hombres que tienen en sus manos el destino del
planeta.
¿Por qué precipitarse a París de este manera? Se creería que
vienen a reabastecerse y a reavivar su poder, legitimarlo, darle lustre.
El mismo planeta casi unido, unánime, recorrido por un mismo
estremecimiento, como formando una sola multitud, presa de una pandemia
emocional sin precedentes, con excepción tal vez del Día de la Victoria
que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, la Liberación de Paris, el 8
de mayo de 1945.
Francia, la humanidad, parecen que ya no son más
abstracciones, parecen encarnarse, encarnarse frente a nuestros ojos, en
nuestros corazones, en nuestros cuerpos. Entonces habremos conocido a
"la ilusión lírica". Imposible ubicarse sin Freud y su Massenpsychologie,
o incluso su doctrina de la cura. El acontecimiento produce un corte;
reconfigura al sujeto, o más bien lo hace emerger bajo una forma
inédita. Sin embargo, las Bolsas, hasta el momento, no se han movido, a
diferencia del 11 de septiembre. Ahora bien, es eso lo que oficia hoy
como prueba de lo real. Mientras ellas no registren la sacudida, estamos
en lo imaginario.
Todo fue puesto en movimiento por tres hombres, ni uno más,
que dieron su vida en nombre del Profeta. Sin embargo, para cubrir este
entusiasmo universal, no es su nombre sino el de Charlie el que surge en
su lugar. ¡Charlie! Una página semanal que desde antes que su redacción
fuera exterminada, ya estaba agonizando por falta de lectores. El
residuo, el desecho de una época del humor superado desde hacía mucho
tiempo. Es allí donde verificamos lo que enseña el psicoanálisis, la
potencia que oculta la función del resto. Charlie muere asesinado el
miércoles; el domingo resucita. Su transformación, su sublimación, su Aufhebung, en símbolo universal. El nuevo Cristo. O para conservar la mesura, el Here Comes Everybody de James Joyce.
Debemos este efecto a los tres djihadistas,
esos caballeros del Apocalipsis, esos soldados de lo Absoluto. Habrán
logrado esto: aterrorizar, causar pánico a una buena parte del planeta.
Como lo escribía ayer en un tweet ese viejo pícaro de Murdoch, «Big jihadist danger looming everywhere from Philippines to Africa to Europe to US».
Cada uno abrigará su miedo y sublimará en el ardor detrás del número.
El número es la respuesta democrática al Absoluto. ¿Tiene peso?
Ninguna religión magnificó la trascendencia del Uno, su
separación, como lo hizo el discurso de Mahoma. Frente al Absoluto, ni
el judaísmo, ni el cristianismo, dejan sola a la debilidad humana.
Ofrecen al creyente la mediación, el auxilio de un pueblo, de una
Iglesia, mientras que el Absoluto islámico no se mitiga, continua
desenfrenado. Es el principio de su esplendor. La certeza está de su
lado, mientras se disputan la definición del Judío, las Iglesias
protestantes se pelean, el Vaticano mismo es alcanzado con dichos como
que el papa tiene "un Alzheimer espiritual". Otro académico intima al
Islam de someterse a la "prueba de la crítica" para alcanzar su
verdadera grandeza. En efecto, todo está allí. Cuando las gallinas
tengan dientes…
Cuando nos manifestemos, como lo haremos en algunas horas,
nos dirigiremos a una potencia a la que se trata de doblegar. Los
cortejos que en un rato van a converger en la plaza de la Nación, no lo
saben, pero se preparan para celebrar al amo de mañana. ¿Cuál es? "Pero
me dirán, vamos, acabamos de honrar a la República, a las Luces, a los
Derechos del Hombre, a la libertad de expresión", etc., etc. ¿Creen
ustedes verdaderamente, respondería, al Sr. Putin, al Sr. Viktor Orban, a
los Grandes de este mundo solidarios de estos "valores"? Es mucho más
simple. Solo tienen un valor: el orden público, mantener el orden. Y en
esto los pueblos acuerdan con ellos. El soberano bien es lazo social. No
hay otro. Se honra a las víctimas, sin duda. Pero ante todo y en todas
partes, se cuenta con la policía.
¡Pobre Snowden! Sí, queremos ser vigilados, escuchados,
espiados, si la vida tiene que ser a ese precio. Abalanzarse a la
servidumbre voluntaria. ¿Qué digo voluntaria? Deseada, reivindicada,
exigida. En el horizonte, el Leviatán, "Pax et Princeps". En una época fue Roma, señalaba hace tiempo Ronald Syme, o incluso los republicanos consideraban como un mal menor "submission to absolute rule".
Houellebecq tiene razón en este punto: la tendencia, hoy,
contrariamente a las apariencias, no es la resistencia sino la sumisión.
Traducción: Silvia Baudini
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