“Bipolaridad”:
Manía, Melancolía
“En el mundo de la psiquiatría, las
clasificaciones nos dicen más acerca del mundo social y estético en el cual han
sido construidas que acerca de (su) naturaleza.” G. E. Berrrios[i]
1.
Introducción.
El
modo en que está planteado el título del presente trabajo, ya intenta aludir a
la tensión que existe entre estos términos en el debate actual.
Así,
el Trastorno Bipolar, por un lado, y por otro, la Manía y la Melancolía tienen
diferentes orígenes temporales y se inscriben en diferentes paradigmas dentro
de la psiquiatría.
La
Manía, la Melancolía y la Locura Circular, de la Escuela Francesa, la Psicosis
Maníaco Depresiva de la Escuela Alemana, responden a los grandes relatos que se
conocen como la “psiquiatría clásica”. A su vez, G. Lanteri Laura[ii]
ha descripto una serie de paradigmas de
la psiquiatría moderna, consignando que estas descripciones se ajustan al
Paradigma de las Enfermedades Mentales, más preciso que el alienista de Pinel y
Esquirol, y que justamente inaugura en el siglo XIX con J. Falret con su
descripción de la Locura Circular y se extiende hasta la muerte de H.Ey en la
década del 70 del siglo XX.
2.
La razón de la “Bipolaridad” y la época.
La
“Bipolaridad” toma su forma actual inscribiéndose en el paradigma Tecnológico,
que sobre todo a partir de la los 80-90 impulsa a considerar a la psiquiatría
como “una neurociencia clínica”.
En
1957, Karl Leonhard propone una clasificación de las psicosis endógenas basadas
en la polaridad. Así surge esta entidad, cuyo antecedente ineludible son las
Psicosis Maníaco-Depresivas descriptas por E.Kraepelin, que agrupa los cuadros
afectivos en esta única categoría.
A
partir del DSM III (1980) se “expresa” claramente el paradigma tecnológico en
psiquiatría. A esta edición del manual de diagnósticos, se incorporan
decididamente el Trastorno Bipolar de Leonhard, y se excluye precisamente la
histeria que habla de un cuerpo erógeno que no se deja calcar al cuerpo
biológico, y se desarticula la relación angustia- síntoma, angustia- acto.
3.
El “Espectro Bipolar”.
A
partir del paradigma Tecnológico, el modelo de estudio que han impuesto las
neurociencias es el “espectro epiléptico”. Del mismo, entonces, han surgido
otros tantos en el campo de la psiquiatría, los más conocidos el espectro
autista, y el que estamos estudiando: el
espectro bipolar.
Entonces,
estas clasificaciones surgen de una práctica nueva, que se ha ido imponiendo en
el siglo XXI, determinada por dos factores históricos, dos discursos: el
discurso de la ciencia y el discurso del capitalismo[iii].
Al decir de J.A. Miller, la dominación combinada de esto dos discursos han
logrado destruir la estructura tradicional de la experiencia humana. Asimismo
algo que interesa particularmente para nuestro tema es que el sujeto construido
por el Discurso del Capitalismo, está organizado para concebirse a sí mismo
como emprendedor, como un empresario de sí, entregado a la maximización de su
rendimiento.
El
sujeto que se inscribe en el “espectro bipolar” es el que no logra este
“management del alma”.
Se debe aclarar que este debate rebasa incluso la edición vigente del DSM. Para entender la
diferencia, los DSM reconocen los tipos I al III, y un trastorno bipolar “no
especificado” no encuadrado por las otras descripciones. En cambio, el
“espectro bipolar” sería un cuadro contínuo que va del temperamento extremo al
estallido pleno de la enfermedad afectiva, incluyendo los subtipos: I; II; II
½; III; III ½; IV; V; y VI.
Así,
no sólo abarcaría la depresión unipolar, también el narcisista y el borderline,
los cuadros “inducidos por sustancias”, y lo “psicopático”.
A
modo de resúmen, el “espectro bipolar” reafirma un modelo biomédico, subrayando
un cuerpo viviente a través del concepto de temperamento y los factores
genéticos. A su vez, estos últimos, junto a la convergencia con el objeto
técnico de consumo, representa un “bioengineering”, una tecnología del yo
sostenida en un darwinismo social.
4.
Los planteos freudianos.
En
Freud, podríamos situar lo siguiente: primero, lo que le interesa es definir el
registro de la pérdida del Objeto. En conexión, está el modo en que piensa la
naturaleza del Objeto, reconociéndose en su manera de denominarlos los
registros imaginario, simbólico y real: objekt, sache, ding (respectivamente).
Por último, llama la atención como para explicar el problema de la melancolía,
hace referencia a un caso de catatonía.
Estos
puntos permiten algunas conclusiones: la no pérdida de das Ding, la Cosa. Esto
hace a la posibilidad de plantear un par esquizofrenia/melancolía en lo que
respecta a los fenómenos del cuerpo (el lenguaje de órganos/la hipocondría
melancólica, y el Sindrome de Cottard). Relacionado, la conexión entre el odio,
el superyó y das Ding. Como también entre estos conceptos y el pasaje el acto.
Por
último la tesis para la psicosis de un tipo de elección de objeto relacionada
al Narcisismo primario.
En
este sentido, lo que Freud consideró como narcisismo primario, Lacan lo sitúa
en el nivel del Goce puro y aislado del objeto a.
5.
Acto melancólico y Acción maníaca.
Dos
viñetas clínicas permiten ilustrar las definiciones de Lacan, principalmente
del Seminario de “La Angustia” y “Televisión”, y la importancia que ha dado al
concepto clásico de Kakon (el mal).
La
melancolía definida desde el Acto. El caso muestra el odio como “único
sentimiento lúcido”, y como el sujeto debe atacar, para liberarse, ese goce
autoerótico en demasía, mediante el acto suicida-homicida.
La
manía definida desde la Acción hasta su agotamiento. La excitación maníaca, el
rechazo del inconsciente, la “no función del objeto a”, se ven ilustrados por
el caso. El sujeto testimonia de un quiasma radical: el significante en una
pura metonimia, por un lado, y por otro, el ser del viviente.
El
empuje de lalengua que asedia y disuelve el lenguaje, hasta que logra hacerse
amo del significante, lo suficiente para que su “apuro” ya no sea mortífero.
Lo
destacable de ubicar estas posiciones, es que también orienta en la cura. En un
caso el analista intenta postergar el acto, que es su referencia. En otro se
hace partícipe de la acción, “secretario” de la misma, para que sin aplacarla
totalmente, logre un funcionamiento.
6.
Conclusión
En
el Coloquio sobre el curso “Sutilezas analíticas”, E.Laurent ha dicho que “hay
muchos elementos de la clínica de la época que van en la dirección de la
producción de una clínica separada de lalengua”.
La
investigación desemboca en una tensión: los DSM por un lado, con su sueño de un
síntoma sin inconsciente, y por otro el Sinthome, que permite reordenar la
clínica analítica desde lalengua con una perspectiva desabonada del
inconsciente.
Finalmente,
un breve comentario dedicado a la medicación, específicamente sobre el “efecto
real” del psicofármaco y una pregunta sobre la evolución de los cuadros
clásicos de las “enfermedades mentales”.
En
principio, se puede deducir de los casos presentados, cómo el psicoanálisis y
la ciencia han modificado las descripciones de la psiquiatría clásica.
En
cuanto al uso del psicofármaco, no podemos desconocer que es un instrumento que
conduce al sujeto a poder gozar de nuevas partes de su cuerpo[iv].
Es
una práctica de la norma autoerótica.
Pero
también, reconocemos que el uso del mismo permite al sujeto decidir de otro
modo, consentir a un psicoanálisis.
El
medicamento realiena al sujeto al lugar del Otro, le da una posibilidad de
elucubración de lalengua.
Agosto de 2013
[i] Berrios, G.E.: Hacia una nueva epistemología en psiquiatría. -1ª Ed.- Buenos Aires:
Polemos, 2011
[ii] Lantéri-Laura, G.: “Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatría
moderna”- 1ª Ed.- Editorial Triacastela, Madrid, 2000
[iii] Miller, J.A.: “Lo real en el siglo XXI”- El orden simbólico en el
siglo XXI: no es más lo que era, ¿Qué consecuencias para la cura?- 1ª ed.-
Buenos Aires: Grama ediciones, 2012. pp. 425-436
[iv] Laurent, E.: ¿Cómo tragarse la píldora?- Ciudades analíticas, Tres
Haches, Buenos Aires, 2004