sábado, 18 de octubre de 2008

"Condiciones del amor"

Clase del 24/09/2008, a cargo de Raúl Solari
Tema: El amor.
A partir de ciertas condiciones, que podríamos llamar "Condiciones del amor".

Voy a comenzar a transitar el recorrido que preparé, para compartir con ustedes, con una cita del texto "Fragmentos de un discurso amoroso", de Roland Barthes.

"Bajo una impresión nocturna, me despierto, languideciendo ante un pensamiento feliz: "X… estaba adorable, anoche". ¿Es el recuerdo de qué? De lo que los Griegos llamaban la charis: "el brillo de los ojos, la belleza luminosa del cuerpo, el resplandor del ser deseable"; quizás incluso, exactamente como en la charis antigua, añado aquí la idea - la esperanza – de que el objeto amado se entregue a mi deseo.
Por una lógica singular, el sujeto amoroso percibe al otro como un Todo (a semejanza del París otoñal) y, al mismo tiempo, ese Todo le parece aportar un remanente, que él no puede expresar. Es todo el otro quien produce en él una visión estética: le loa su perfección; se vanagloria de haberlo elegido perfecto; imagina que el otro quiere ser amado, como él mismo querría serlo, no por tal o cual de sus cualidades, sino por todo, y este todo se lo concede bajo la forma de una palabra vacía, puesto que Todo no podría inventariarse sin disminuirse: en ¡Adorable! Ninguna cualidad cabe, sino solamente el todo del afecto. Sin embargo, al mismo tiempo que adorable dice todo, dice también lo que le falta al todo; quiere designar ese lugar del otro al que quiere aferrarse especialmente mi deseo, pero tal lugar no es designable; de él no sabré jamás nada; mi lenguaje tanteará, balbucirá siempre en su intento de decirlo, pero no podré nunca producir más que una palabra vacía, que es como el grado cero de todos los lugares donde se forma el deseo muy especial que yo tengo de ese otro (y no de otro cualquiera).
Encuentro en mi vida millones de cuerpos; de esos millones puedo desear centenares; pero, de esos centenares, no amo sino uno. El otro del que estoy enamorado me designa la especificidad de mi deseo.
Esta elección, tan rigurosa que no retiene más que lo único, constituye, digamos, la diferencia entre la transferencia analítica y la transferencia amorosa; una es universal, la otra específica.
Han sido necesarias muchas casualidades, muchas coincidencias sorprendentes (y tal vez muchas búsquedas), para que encuentre la Imagen que, entre mil, conviene a mi deseo. Hay allí un gran enigma del que jamás sabré la clave: ¿por qué deseo a Tal? ¿Por qué lo deseo perdurablemente, lánguidamente? ¿Es todo él lo que deseo (una silueta, una forma, un aire)? ¿O no es sólo más que una parte de su cuerpo? Y, en ese caso, ¿qué es lo que, en ese cuerpo amado, tiene vocación de fetiche para mí? ¿Qué porción, tal vez increíblemente tenue, qué accidente? ¿El corte de una uña, un diente un poco rajado, un mechón, una manera de mover los dedos al hablar, al fumar? De todos estos pliegues del cuerpo tengo ganas de decir que son adorables. Adorable quiere decir: éste es mi deseo, en tanto que es único: "¡Es eso! ¡Es exactamente eso (lo que yo amo)!". Sin embargo, cuanto más experimento la especificidad de mi deseo, menos puedo nombrarla; a la precisión del enfoque corresponde un temblor del nombre; la propiedad del deseo no puede producir sino una impropiedad del enunciado. De este fracaso del lenguaje no queda más que un rastro: la palabra "adorable" (la correcta traducción de "adorable" sería el ipse latino: es él, es precisamente él en persona)."

La revista VIVA que forma parte de la edición dominical del diario Clarín del 07/09/2008 incluyó en la sección de humor "Los elegidos de Quino" un cuadro en donde aparecía una docena de parejas que bailaban entre las cuales se destacaban dos.
Una de las mujeres le decía al señor que la acompañaba y refiriéndose a los otros: "Nunca tuvieron una relación fácil, pero que se quieren… ¡¡Se quieren!! Se veía a los otros tomándose del cuello, en posición de ahorcar al otro respectivamente.

De las consultas que recibimos una proporción muy importante en número, lo hace en función de problemas de relación, más o menos específicos.
El tema es evidentemente y excesivamente amplio, razón por la cual voy a intentar referirme de algún modo a la pareja y al amor.

En Grecia los hombres se casaban para asegurar la descendencia. Al considerar a las mujeres como seres inferiores, reservaban el amor para los jóvenes varones, de entre 15 y 20 años. La sociedad romana era bastante permisiva. El poeta Ovidio escribió "El arte de amar", una especie de manual erótico destinado tanto a hombres como a mujeres. Por el contrario, la Edad Media se caracterizó por las severas restricciones a la actividad sexual. En esta época nació el "amor cortés", basado en la adoración platónica de la mujer y origen de los modernos galanteos, cortesías y caballerosidades. Con la consolidación de las monarquías europeas llegaría el tiempo de las intrigas palaciegas y las aventuras galantes de la ociosa nobleza que animaba las cortes. En contraste con esta vida lujuriosa, la ascendente burguesía se dedicó a cultivar una moral puritana y discreta.

Estuve leyendo un libro de Arlette Farge que es "Efusión y tormento", un relato de los cuerpos - historia del pueblo en el siglo XVIII, se refiere específicamente a Paris, de editorial Katz. Dice que hay que conservar la mesura cuando se habla de esa cosa a menudo enigmática que es el sentimiento entre el hombre y la mujer, que se desplaza entre la seducción y la sexualidad y que, a veces, pasa por el amor y el matrimonio. El amor es el gran tema del siglo XVIII. A la gente le preocupa el hecho de que éste siempre pueda conservar el placer mezclado con la seducción, frágil alquimia que se combina con la inquietud, el suspenso y la espera. Se lo llama el siglo libertino, pero está atento a las pasiones del alma. Amar el amor es el romance del siglo, pero las condiciones sociales hacen que, ante éste, no todos tengan las mismas oportunidades, que no adopten ni los mismos gestos, ni las mismas palabras, ni las mismas relaciones de fuerza y que, en una situación de inestabilidad y pobreza, la desigualdad sexual se viva crudamente y el cuerpo de la mujer padezca más violencia física que el hombre.
Finalmente, el siglo XIX vio llegar al Romanticismo, movimiento que se oponía a la racionalidad de la ilustración y defendía lo instintivo, irracional, la pasión amorosa, consagrada en las novelas de Stendhal y Goethe.

Arthur Rimbaud nació a mediados del siglo XIX y fue un revolucionario de la poesía que alguna vez anunció: "¡Hay que reinventar al amor! - El mundo está cambiando y el poema se apresura a cambiar con él. Se fuerzan sus límites para que en el instante del poema aparezca todo el horror y la magia de un nuevo orden.

A una razón.
"Un golpe de tu dedo en el tambor genera todoslos sonidos
y origina la nueva armonía.
Un paso tuyo es la leva de los nuevos hombres
y el principio de su andar.
Tu cabeza gira: ¡el nuevo amor!
Modifica nuestros destinos, acribilla nuestras pestes:empieza por el tiempo,
te cantan los niños.
Engendra, no importa dónde,
la sustancia denuestra suerte y nuestros deseos, te suplican.
Venida desde siempre, tú eres la que irá por dondequiera".

Quiero agradecerle a Verónica Rubens la transcripción de esta viñeta: "Vengo porque estoy triste. Por la tarde me pongo melancólico". El hombre tiene 67 años, es panadero, su mujer murió hace un año y medio. Se le pregunta cuándo empezó a sentirse así: hace un mes y medio.
Alberto vive en la zona norte del conurbano bonaerense, en la compañía de un hijo que se separó recientemente, y su nieto que pasa allí los fines de semana. Cuenta que después de morir la mujer, supo a través de una prima que su novia de la adolescencia había enviudado hacía ya un tiempo. "Le mandé saludos". Y ella lo llamó. Quedaron en verse. "Fuimos al cenar, después tuvimos relaciones", y se siguieron viendo. En la adolescencia vivían los dos en el sur de la ciudad de Buenos Aires, pero en un momento dado él se fue, se mudó al norte, para abrir una panadería. La distancia hizo que se vieran muy poco y ella puso fin a la relación diciendo: "Yo quiero un novio. No quiero una visita".
Alberto está triste, dice, porque en respuesta a una pregunta que le hizo al poco tiempo de empezar a salir, ella manifestó que no quería volver a vivir con nadie. "Lo que pasa es que ella se acostumbró ya a vivir sola: hace 16 años que enviudó, y con el marido no le fue muy bien..."
Se interviene "eso qué tiene que ver?":
A lo que responde: "Sí, yo le dije que los hombres no somos todos iguales".
El hombre relata algo más y dice: "Ella tiene su vida. Y plata no le falta."
Se puntualiza que eso es lo de ella, que vamos a intentar ocuparnos de él. Se le señala que a pesar de que presenta a esta mujer como no necesitando nada, sin embargo fue ella la que realizó el llamado.
"Ella dice que está bien así. Me dice que vayamos despacio, que vamos a ver, que ella así está bien. Yo no me acostumbro a estar solo" y pasa a relatar que ella le presentó a los hijos, y que para ese fin de semana tienen planeado que venga para el norte, que él ya habló con sus hijos, que cuando venga la van a conocer, que van a comer un asado.
"Pareciera que está interesada"
"¿Le parece?"
[…]
"Dígame una cosa: se puede comer el pan de dentro de 5 semanas?"
"Sí" contesta él.
"¿El pan de dentro de 5 semanas?"
"Ah, no..."
"Bueno. Quizás está pasando algo de eso. Para comer el pan, primero hay que amasarlo, no?"
"Y sí, por supuesto".
Se decide derivarlo a un centro periférico cercano a su domicilio. "Este es el nombre y el teléfono de la directora del centro. ¿La va a llamar?"
"¿A quién?... (gesto del admisor). Sí, sí. Y también la voy a llamar a ella, que sabía que hoy venía acá y quiere saber cómo me fue... ¿Le puedo contar algo más?"
"Me parece que ya contó lo suficiente. Acompáñeme que sello la orden"
Fuera del consultorio el hombre dice" ¿Y sabe qué vamos a hacer? Me propuso una luna de miel en la ciudad. Este fin de semana no, el otro, nos vamos a quedar todo el fin de semana en un hotel en el centro...". Se va, sonriendo.

Lo que la casuística nos presenta es que la idea de norma desorienta y que la ausencia de una referencia normativa hace surgir otros índices respecto del conjunto de los casos!
J. A. Miller elige en Barcelona, estudiar el síntoma a partir de la relación de pareja o mejor dicho de "las relaciones de pareja", cuando es el partenaire el que hace síntoma para el sujeto. Es decir, cuando es un partenaire el que concentra para el sujeto lo imposible de soportar. También encontramos otra situación cuando el sujeto se encuentra él mismo como síntoma bajo la mirada del otro, o en la relación con el otro. Y estos modos aparecen, sin ánimo de ser exhaustivos, bajo ciertas formas.

* A partir de la separación, de la ruptura de la pareja. Y nos lo encontramos bajo la forma de proceso en curso o como separación cumplida, y es un trozo de la pareja, un partenaire que se encuentra solitario en le fracaso, quien viene al análisis para entender, para dar sentido a la ruptura.
* El dolor en la relación.
* La formación de la relación, o la imposibilidad de formar una relación, o las dudas de la formación de la relación.

1. Podemos tomar como primero el modelo narcisista (a-a´), a partir de la elección de objeto narcisista. Una mujer elige como pareja a un hombre tal como ella hubiera querido ser, es decir como yo ideal.

Alguien dice "me voy a matar" y el otro responde "no yo primero", o "me voy a separar" y el otro responde "yo me voy a separar", en donde cada uno hace en función del otro. En ocasiones la pelea imaginaria se presenta cuando uno a taca al otro y se ataca a sí mismo, matarse en el lugar del otro, después de que aquel imagina su propia muerte para mostrar su deseo. Y es porque no hay una separación del otro, no hay una separación psíquica del otro, razón por la cual no puede entrara en análisis en la medida en que permanezca inmerso en un tiempo de comprender infinito. Y esa sería la finalidad de las entrevistas, lograr una separación no material sino al menos psíquica del otro que separe al sujeto de esos movimientos en espejo.

2. El segundo modelo también pone en juego la relación imaginaria, pero en relación con una función simbólica que vamos a ubicar como I (A).

(a-a´)
I (A)

En donde aparece una referencia a la identificación a uno de los padres sosteniendo los elementos narcisistas. Cada uno se refiere a un "como el padre" o "como la madre", como sostén de la relación de pareja o como una interferencia que produce el disfuncionamiento. "Mi marido no fue querido por su madre", dando cuenta de este modo la identificación fundamental que la liga a él.
3. Tercero: el modelo fantasmático.

( $<>a)

Cuando la pareja parece responder a un fantasma del sujeto. Es decir que los trastornos de la pareja parecen obedecer a un escenario donde el partenaire tiene un papel asignado y que finalmente parecen complementarios. Miller considera la posibilidad de aconsejar, para el siglo XXI "Esclarecer bien el fantasma del Otro antes de casarse" y verificar la complementariedad fantasmática. Está claro que ello no asegura ninguna felicidad porque esa complementariedad fantasmática podría sostenerse en un disfuncionamiento permanente y sin embargo constituir un vínculo fuerte.
Pareja fantasmática o relación fantasmática en la pareja, en la que cada sujeto busca su completad en el Otro. Miguel Bassols se refiere a esta como la pareja impar: en toda pareja hay tres. El sujeto y la pareja, que son dos. Es la pareja y el Otro.
Lacan hace hincapié respecto del significante de la falta del Otro, justamente del Otro que no existe. Es otra manera de decirlo, que no hay complementariedad precisamente porque ese Otro no existe. Sin embargo el sujeto se las arregla de algún modo para encontrar o construir una suplencia, alguna suplencia, un objeto suplementario de goce que anotamos como "a", objeto a.
Y entonces aparece lo impar. Ya que para el hombre como para la mujer no hay ese Otro. Entonces se trata de dos separaciones en juego en cada caso. La separación del otro, la separación de la pareja y la separación del objeto de goce que no coincide con la anterior.
Cuanto más el sujeto quiere separarse del otro, más muestra su imposibilidad de separarse de su verdadera pareja de goce, que no es otra que el objeto suplementario en cuestión.

4. Cuarto modelo, el modelo sintomático con la diferencia que en este caso se pone en evidencia que el escenario implica un disfuncionamiento. Que el partenaire no está fuera del sujeto – es distinto del yo pero no está fuera del sujeto – en tanto que constituye, es equivalente a un síntoma. Y se puede escribir con el sigma del síntoma:

S

Rafael de León incluye en su extensa obra poética un verso que aparece en relación a la pareja-síntoma, y dice así:

"ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio,
contigo porque me matas y sin ti porque me muero".

Ni contigo ni sin ti, en donde se trata de lo insoportable de uno con el otro. También se trata de lo inseparable de uno en relación al otro. Inseparables en tanto insoportables.
Un señor que consulta en el servicio presenta el modo a través del cual, frente a la menor diferencia, interrumpe la relación. Escribe los dichos de su mujer en hojas adhesivas y las pega en la puerta del placard. Frente a una demanda cualquiera que se le dirige, y que por lo tanto considera que lo toca de algún modo, señala la hoja en cuestión y refiere: "vos dijiste otra cosa. El 04/06/72 dijiste que no te importaba ir de vacaciones a la costa". Así es como habiéndose recibido de ingeniero nuclear de muy joven, fue dejando empleo tras empleo, amigo tras amigo, vecino tras vecino, también dejó de dirigirle la palabra a sus hijos desde hace algunos años.

5. Quinto modelo: la perspectiva del partenaire-síntoma implica una oposición entre la dimensión cerrada del goce "autoerótico" y la dimensión del amor que se abre al Otro. El amor es lo que diferencia al partenaire de un puro síntoma. Vamos a decir que el amor es la función que proyecta al síntoma en el afuera. Pero a través de esto mismo, se puede introducir a la vez la idea de que en cierta medida el partenaire es un semblante cuyo real es el síntoma. A veces en los casos, tenemos este sentimiento de semblante del partenaire y de que lo real del partenaire es un síntoma del sujeto.

Podemos considerar entonces que por un lado el sujeto está ligado a su objeto "a" a partir de su fantasma y que en todo caso lo especial, lo particular será el modo de formar pareja con él.
La entrada en análisis, el surgimiento del nuevo amor que es la transferencia, permite poner en acto algo fundamental de la relación de pareja que es la ausencia.
Y es por eso que el objeto "a" no permite hacer pareja porque nunca está ausente, porque él mismo es ausencia. Es ausencia en sí mismo.
Es únicamente el registro del amor, el registro del signo a través del signo de amor que la ausencia es simbolizable y surge lo que es una relación de pareja. Alguien se pregunta si cuando alguien elige a su partenaire como alguien de quien hacerse acompañar en la vida, el modelo en que lo elige es inamovible o por el contrario, cambia.
Si la rectificación subjetiva va acompañada por un cambio de lugar por parte del partenaire.
En ocasiones nos encontramos con la dificultad respecto del modo de producir en el análisis una separación del sujeto respecto de su fantasma que no se confunda con la separación en lo real del partenaire.

Una mujer consulta porque su marido le dice al despertar que ella en sueños hablaba con un hombre llamado X. Lo cual representa una prueba irrefutable de que ella lo engaña. La mujer refiere que lo mismo le pasó con su anterior pareja. Ella dice no saber cómo hacer para demostrarles lo contrario a tal punto que si hubiera una cirugía que le permitiera extirparse ese nombre de su cerebro se sometería a tal prueba.
Y ahora los invito a que conversemos sobre algunas de estas cuestiones.

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